Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

domingo, 29 de septiembre de 2013

CRICHTON: Puedes disfrutarlo o amargártelo

He pasado una gran parte de mi vida sintiéndome desgraciado —cuenta Connery—. Una mañana pensé: Tienes un día entero en perspectiva, y puedes disfrutarlo o amargártelo. Decidí que, ya puestos, más valía disfrutar.

Michael CRICHTON, Viajes y experiencias, Debolsillo, Barcelona, 2006.

jueves, 26 de septiembre de 2013

DeGENERES: When I first sat down to write

When I first sat down to write, I stared at the blank page and tried to think of some strategies for getting started. When I want a guest on my show to start talking and telling a good story, I ask them a question. So I asked myself a question that I would ask a guest: “When did you first fall in love with Tim McGraw?”

That didn’t get me anywhere and I quickly realized I shouldn’t ask myself questions that are so specific to Faith Hill.

So I asked myself a different question.“What made you take on the role of Precious?”

That didn’t work, either. So then I began to think about you, the readers. Who are you? What are you doing? What are you wearing? (Not in a weird way.) I thought it would help to put myself in your shoes for a moment. It always helps to think about other people instead of just ourselves.

Ellen DeGENERES, Seriously... I'm kidding, Grand Central, N.Y., 2011.

martes, 24 de septiembre de 2013

KING: ¡La novela!

  • Un niño descubre que su padre y madre están teniendo aventuras...
  • Un niño, ciego desde el nacimiento, es secuestrado por su abuelo lunático que...
  • Un adolescente se enamora de la mejor amiga de su madre y...
  • Un tímido pero dedicado profesor de una pequeña escuela y su atlética pero en gran parte analfabeta novia tienen una pelea tras...

Stephen KING, UR, 2009.

lunes, 23 de septiembre de 2013

S.T.T.L. Mutis

Todo comenzó cuando Maqroll se fue quedando en el puerto de La Plata y pospuso, por un tiempo indefinido, la continuación de su viaje río arriba. Se trataba, en esta navegación hacia las cabeceras del gran río, de encontrar alguna huella de vida de quienes compartieron, años atrás, algunas de sus miríficas empresas. Desalentado por la ausencia de la menor noticia sobre sus antiguos compañeros y con amargo sabor en el alma al ver cómo se agotaban las últimas fuentes que nutrían esa nostalgia que lo había traído desde tan lejos, concluyó que le daba igual quedarse allí, en el humilde caserío, o seguir remontando la corriente, ya sin motivo alguno que lo moviera a hacerlo.

Álvaro MUTIS, Un bel morir, Norma, Bogotá, 1992.

viernes, 20 de septiembre de 2013


APPY: Me arrastró y me sacó del agua


En 1994 viajó a Vietnam. Un día fue a la Playa China cerca de Danang, al atardecer se dio un baño y de repente se vio atrapado por una fuerte corriente.

"Pensé: ¡Qué absurdo! ¡Sobreviví a la guerra y ahora me estoy ahogando como un turista! No hacía mas que tragar agua y me veía realmente apurado. De pronto apareció justo frente a mí un hombre de unos cuarenta kilos, como un dardo. Lo primero que pensé fue: ¡Vietcong! Nos miramos frente a frente, sondeando cada uno el alma del otro, y al final aquel joven socorrista vietnamita me arrastró y me sacó del agua."

 Christian G. APPY, La guerra de Vietnam. Una historia oral, Crítica, Barcelona, 2009.

jueves, 19 de septiembre de 2013

ARENAS: Llorando de impotencia por no poder escribir

Lázaro se sentaba en la escalera del edificio, hablando solo, increpando al techo, diciendo cosas incoherentes. En esas ocasiones no conocía a nadie, ni siquiera a mí. Quería escribir y no podía hacerlo; a las dos o tres líneas soltaba el papel y lloraba impotente. Yo le decía que él era un escritor aun cuando nunca lograra escribir una cuartilla y eso lo consolaba. Quería que yo lo enseñara a escribir, pero escribir no es una profesión, sino una especie de maldición; lo más terrible era que él estaba tocado por esa maldición, pero el estado en que se encontraban sus nervios le impedía escribir. Nunca lo quise tanto como aquel día en que lo vi sentado frente al papel en blanco, llorando de impotencia por no poder escribir.

Reinaldo ARENAS, Antes que anochezca, Tusquets, Barcelona, 1992.

PIÑERA: El infierno

Cuando somos niños, el infierno es nada más que el nombre del diablo puesto en la boca de nuestros padres. Después, esa noción se complica, y entonces nos revolcamos en el lecho, en las interminables noches de la adolescencia, tratando de apagar las llamas que nos queman, ¡las llamas de la imaginación! Más tarde, cuando ya nos miramos en los espejos porque nuestras caras empiezan a parecerse a la del diablo, la noción del infierno se resuelve en un temor intelectual, de manera que para escapar a tanta angustia noz ponemos a describirlo. Ya en la vejez, el infierno se encuentra tan a mano que lo aceptamos como un mal necesario y hasta dejamos ver nuestra ansiedad por sufrirlo. Más tarde aún (y ahora sí estamos en sus llamas), mientras nos quemamos, empezamos a entrever que acaso podríamos aclimatarnos. Pasados mil años, un diablo nos pregunta con cara de circunstancia si sufrimos todavía. Le contestamos que la parte de rutina es mucho mayor que la parte de sufrimiento. Por fin llega el día en que podríamos abandonar el infierno, pero enérgicamente rechazamos tal ofrecimiento, pues ¿quién renuncia a una querida costumbre? 

Virgilio PIÑERA, El infierno.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

S.T.T.L. Martí de Riquer

 

Don Quijote no fue caballero por tres razones: porque estaba loco, porque era pobre y porque una vez recibió por escarnio la caballería. Aunque hubiera recobrado la razón y aunque hubiera allegado una cuantiosa hacienda, el hidalgo manchego jamás hubiera podido ser armado caballero, porque una vez, contra lo legislado en la Segunda Partida, recibió la caballería por escarnio.

Obsérvese que toda la novela transcurrirá acomodada a este equívoco inicial. Las personas sensatas que toparán con don Quijote comprenderán al punto que se trata de un loco que se figura que es caballero. Sólo los rústicos, como los cabreros, los chiflados, como el primo, o los tontos, como doña Rodríguez, se tomarán en serio la caballería del hidalgo manchego. Y también Sancho Panza, a pesar de su sentido común. Pero Cervantes ha sido muy hábil, y ha colocado el episodio del "armazón" de la caballería antes de que en la novela aparezca el escudero. Si Sancho hubiese estado en la venta cuando don Quijote fue armado hubiera visto la realidad: que aquello era venta y no castillo, que el ventero no era ningún castellano y que toda la escena fue una farsa.

La novela se basa, pues, en un error, producto de la locura del protagonista, que, como buen monomaníaco es un hombre sensato, prudente y entendido en todo menos en lo que afecta a su desviación mental. Don Quijote, hombre bueno, inteligente, de agudo espíritu, de un atractivo sin límites y admirable conversador, sólo denuncia su locura al creerse caballero y al amoldar cuanto le rodea al ficticio y literario mundo de los libros de caballerías.

Martín de RIQUER, Aproximación al Quijote,  Salvat, Barcelona, 1969.

martes, 17 de septiembre de 2013

ARENAS: Orden de Rompimiento de Amistad

Señor:

De acuerdo con el balance de liquidación de amistades que cada fin de año realizo, basado en rigurosas constataciones, paso a comunicarle que usted ha pasado a engrosar la lista del mismo.

Atentamente,

Reinaldo Arenas

Reinaldo ARENAS, Antes que anochezca,  Tusquets, Barcelona, 1992.

domingo, 15 de septiembre de 2013

VERMES: Usted y todas las mujeres alemanas

 

Miré enternecido a aquella joven que, infatigable y con paso elástico, caminaba a mi lado. Me aclaré la garganta, pero me temo que se notó un poco mi emoción cuando le dije:

—Es usted muy valiente.

—Desde luego —dijo sonriente—, no quiero tener este puesto subalterno toda mi vida.

Claro. Puesto subalterno. Tenían que prestar servicios auxiliares, para los rusos. No pude explicarme de buenas a primeras cómo ocurría eso en este mundo nuevo, pero no podía ser más típico de aquella escoria de la humanidad. No quería imaginar en qué podrían consistir esos servicios auxiliares bajo el yugo bolchevique. Me detuve de golpe y la agarré por el brazo.

—¡Míreme! —dije. Y cuando se volvió hacia mí un poco sorprendida, la miré fijamente a los ojos y añadí con solemnidad—: Le prometo firmemente que tendrá el porvenir que corresponde a su origen. ¡Trabajaré personalmente con todas mis fuerzas para que usted y todas las mujeres alemanas no sigan sirviendo mucho tiempo a esas gentes inferiores! Le doy mi palabra, señorita…

—… Özlem —dijo.

Timur VERMES, Ha vuelto,  Seix Barral, Barcelona, 2013.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

GARCÍA SERRANO: Cataluña libre


Resulta que Cabanellas fue a visitar en 1936 a la centuria catalana de Nuestra Señora de Montserrat, que se batía en Espinosa. "Os traigo turrones y vinos, y cuanto precisáis para pasar las próximas fiestas navideñas. Ya sé que estáis lejos del hogar, pero yo os prometo que pronto tendréis la Cataluña libre... (codazo del ayudante y sonrisas en la centuria), libre... ¡libre de los rojos que la subyugan!".

Rafael GARCÍA SERRANO, Diccionario para un macuto, Editora Nacional, Madrid, 1964.

lunes, 9 de septiembre de 2013

BIERCE: Rezar

Rezar. Pedir que las leyes del universo sean anuladas en beneficio de un solo peticionante, confesadamente indigno.

Ambrose BIERCE, Diccionario del Diablo.

sábado, 7 de septiembre de 2013

GARCÍA SERRANO: Guerra química a la española

Un veterano carlista explica a Mola la receta para tomar fortines o casas donde el enemigo se las tenga tiesas: "Primero se derriba la puerta a cañonazos. Luego se penetra en el portal por medio de un auto blindado, y una vez ganada la planta baja, se vierte en ella un costal de paja, se le prende fuego y se arroja sobre la hoguera una docena de guindillas bien secas, las cuales invadirán con un vapor todo el edificio que les pondrá en la alternativa de asfixiarse todos, entregarse o huir. Con este motivo le saluda este pobre veterano, cadete de Carlos VII, que desea el triunfo de la religión, de la patria y de un rey católico que extirpe todas las herejías... Así se evitan derramamientos de sangre".

Echar el pulmón por la boca no le parecía derramamiento de sangre a este arbitrista militar, que no andaba muy descaminado en su invento, pues a guindillazos rindió Espoz y Mina, un tipo de una vez, a los gabachos que guarnecían Puente la Reina, en pleno camino de Santiago, y algo así hizo Zumalacárregui en la ribera de Navarra.

Rafael GARCÍA SERRANO, Diccionario para un macuto, Editora Nacional, Madrid, 1964.

viernes, 6 de septiembre de 2013

LAPIERRE: Virginidad universitaria

Cuando llegamos a Austin me propusieron visitar la universidad. Era muy grande y ultramoderna. Los estudiantes jóvenes, hermosos y ruidosos, se divertían en la piscina o en el restaurante. Algunas parejas paseaban por el campus cubierto de césped y bordeado de robles. Alrededor del campus había numerosos pilares. Pregunté para qué servían. La respuesta fue maravillosa:

—En lo alto de los pilares hay unos focos que iluminan todo el campus desde el anochecer e imitan, con sus reflejos, el claro de luna. Sirven para impedir cualquier actividad amorosa nocturna. Los instalaron después de que se produjeran unos cuantos escándalos —concluyó mi interlocutor, entre risas.

Un poco más allá pasamos ante la estatua del fundador de la universidad, que estaba sentado en un sillón.

—¿Ve esta estatua? —prosiguió mi amigo—. Según un proverbio de la universidad, cuando una chica, después de cuatro años de estudios y de vida en el campus sigue virgen y pasa ante esta estatua, la estatua se levanta.

Dominique LAPIERRE, Un dólar cada mil kilómetros, Planeta, Barcelona, 2001.

GARCÍA MÁRQUEZ: Obras públicas ornamentales

Lo que hizo la Junta Militar fue dar una apariencia impresionante de prosperidad inmediata. El resultado, una explosión de obras públicas ornamentales que fomentaban la ilusión de una bonanza espectacular.

Gabriel GARCÍA MÁRQUEZ, La aventura de Miguel Littín, clandestino en Chile, Grijalbo, Barcelona, 1995.

jueves, 5 de septiembre de 2013

GARCÍA SERRANO: Bombas vegetales

El más insólito bombardeo de la historia de la aviación lo llevaron a cabo José María Osborne y el marqués de Paradas, del Club Aéreo sevillano. Un hermano del primero, que aguantaba con un puñado de hombres las tarascadas rojas en un pueblecito de Sevilla, les pidió auxilio. Como no tenían bombas —cuenta en su divertido y sencillo volumen de memorias militares Combate sobre España el capitán José Larios, duque de Lerma— cargaron su avioneta con sandías, las cuales, al ser arrojadas a mano y con ira producían un silbido precursor del de los Stukas, y además reventaban con tal calidad y profusión de tonalidades rojas y pepitas negras, que el cerco fue levantado por retirada del enemigo. Hay momentos en que el ánimo no se inclina a la metódica observación de los hechos, ni mucho menos a extraer de ella las lógicas consecuencias.

Rafael GARCÍA SERRANO, Diccionario para un macuto, Editora Nacional, Madrid, 1964.

MARÍAS: Sterne

Fue enterrado con poco acompañamiento en el cementerio de una iglesia de Hanover Square, y de allí fue robado unos días después para ser vendido al profesor de anatomía de la Universidad de Cambridge, precisamente donde él había estudiado. Al parecer, cuando ya estaba acabando la disección del cuerpo, uno de dos amigos a quienes el profesor había invitado a presenciar la sesión, descubrió por azar el rostro del muerto y reconoció a Sterne, a quien de hecho había sido presentado no hacía mucho. El invitado se desmayó, y el profesor, al enterarse de a qué ilustre gloria había sometido al escalpelo, se cuidó de que al menos el esqueleto fuera conservado. En la colección de huesos cantabrigense se ha intentado identificar más de una vez su calavera, pero sin éxito, por lo que en verdad se ignora dónde yace el buen Laurence Sterne. Probablemente a él no le habría importado, pues si bien dijo, al echársele la muerte encima, que le "habrían gustado otros siete u ocho meses... pero sea como Dios lo quiera".

Javier MARÍAS, Vidas escritas,  Círculo de Lectores, Barcelona, 1996.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

LAWRENCE: Tallal cabalga hacia la muerte


Tallal había visto cuanto había que ver. Empezó a sollozar como un animal herido; luego se dirigió a un altozano y se quedó allí quieto sobre su yegua, tiritando y con la mirada puesta en los turcos. Me acerqué a él para hablarle, pero Auda me cogió de las riendas y me detuvo. Muy lentamente, Tallal se tapó la cara con su pañuelo, y de pronto pareció dueño de nuevo de sí mismo, porque clavó las espuelas en los flancos de su yegua y arrancó al galope, inclinado hacia delante y bamboleándose en la silla, derechamente al grupo principal del enemigo.

Fue una larga cabalgada por una suave pendiente y a través de una hondonada. Nos quedamos allí quietos como piedras, mientras él se abalanzaba hacia su objetivo, con el ruido de sus cascos tamborileándonos extrañamente fuerte en los oídos, porque habíamos dejado de disparar y los turcos se habían detenido. Ambos ejércitos lo esperaban, y él siguió avanzando en medio del calmo atardecer hasta quedar a poca distancia del enemigo. Entonces se enderezó en la silla y profirió su grito de guerra: "¡Tallal! ¡Tallal!", dos veces, con tremenda voz. Al instante, los rifles y ametralladoras empezaron a disparar, y él y su yegua, atravesados por múltiples balas, cayeron muertos entre las puntas de las lanzas.

T.E. LAWRENCE, Los siete pilares de la sabiduría, Ediciones B, Barcelona, 1997.