Adiviritió que había girado un bote para que ella no viera de qué se trataba. Fingió no haberse dado cuenta y regresó a la habitación de estar sin decir nada. Él abrió la botella de vino mientras ella terminaba de preparar los aperivos. Sólo entonces comenzaron a ver la película. Ella, empero, no podía dejar de pensar en aquel bote. No paraba de preguntarse qué contendría. ¿Por qué había intentado él esconderlo? Intentó concentrarse en la película, pero era tan aburrida como casi todas las que a él le gustaban. Ya se había acostumbrado a permanecer horas y horas sentada, soportando el suplicio, fingiendo interés.
Sin esperar ninguna respuesta, detuvo la imagen, se levantó y salió. Cuando escuchó cerrarse la puerta del baño, ella se incorporó y, después de escuchar los ruidos que él hacía, se dirigió a la cocina. Allí abrió la nevera. Miró el bote. Crema de cacao con avellanas. Estaba medio vacío. Regresó rápidamente al sofá y se echó un largo trago de vino. ¿Eso es lo que él trataba de ocultarle…? ¿Qué más secretos tendría?
–Está muy bien, ¿no?
Ella asintió sin decir nada.
Odic NAUJNAS, La crema de cacao.