“Vio el vacío frigorífico, las migas de la bandeja de la cena que acababa de ingerir a solas frente al televisor, los inmóviles montones que formaban sus cosas durante meses hasta que un día se decidía a ordenarlas; percibió el dolor de aquella sonrisa amarillenta tras la cual se ocultaba una vida de soledad.”
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“Se quedó contemplando a un palomo que se paseaba entre las caravanas. Apresó con el pico una cáscara de cacahuete y la soltó. El viento húmedo le encrespaba las plumas.”
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“¿No nota usted cada día ojos que le recorren por entero?”***
“El revólver del 38 atronó en algún piso de arriba; los disparos levantaron ecos al bajar por toda la escalera: dos tiros seguidos y después un tercero.”
Thomas HARRIS, El silencio de los corderos
Thomas HARRIS, El silencio de los corderos
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