"Hay muchos casos comprobados del asesinato de gente de quien se decía que eran windigos por parte de sus alarmados compañeros de campamento. Una y otra vez los asesinos de windigos citan pruebas que justifican sus homicidios: las víctimas les miraban extrañamente, se agitaban o murmuraban en sueños, la saliva les goteaba de la boca o intentaban atacar o morder a sus compañeros."
Marvin HARRIS, Introducción a la antropología general, Alianza, Madrid, 1998
Marvin HARRIS, Introducción a la antropología general, Alianza, Madrid, 1998