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"Yo era muy solitario. En cuanto podía, hacía que me metiesen en el calabozo: sólo para que me dejaran en paz."
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"Se traía el almuerzo en una bolsa de papel y, al menos durante los primeros días, se lo comía a solas, en un rincón, sentando en alguna esquina, sin más compañía que sus pensamientos. Nadie sabía en que podía estar pensando."***
"Y aquella noche, encontrándose casualmente en el establo , descubrió, a través de las tablas de una cerca, que su marido se estaba haciendo succionar por una vaca."***
"No encontraba en él defectos que no fuesen de rápida enmienda."***
"Mis abogados trabajan para la misma gente que va a condenarme."***
"Era adaptable. Sabía congeniar con la gente a base de recurrir a rasgos comunes."***
"Tengo la casi seguridad de que en ningún momento sospecharon que iban a morir."***
"Me interné en una ladera, una pendiente de tal vez quince metros de alto, de los que crecen en esa zona tan agreste y boscosa del sudeste de Portland. Lo que creí un atajo era, en realidad, un paraje intransitable. Y, aunque en cierto momento pude haber dado la vuelta, decidí seguir adelante, y abrirme paso me llevó tres horas. Durante todo ese tiempo no me paré ni una sola vez a descansar; seguí marchando. Sabía que si me paraba, acabaría por salir de allí. De manera que continué avanzando. Se había convertido en algo personal. Aquello me hizo cambiar mi actitud respecto a muchas cosas."***
"Hay tipos que tienen suerte desde que nacen hasta que mueren; por más feos que sean los asuntos en que se meten, pronto vuelven a estar de pie. Pero otros son desafortunados. Meten la pata una vez y la pauta que sigue su vida les empuja a pagarlo con largas condenas."Norman MAILER, La canción del verdugo, Anagrama, Barcelona, 1995.