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¿Qué estaba pasando? Era otro juego de dividir la cuenta. Estábamos allí una docena de personas, que, en su mayoría, no podían comunicarse a causa del ruido. Se suponía que se trataba de una elegante velada, así que nadie quería arruinar la ocasión. Ya habías visto las cuatro ensaladas y calculado lo que iban a costarte: a ti, personalmente, más o menos, una libra esterlina. Tal vez dieras por sentado que otro las había pedido. Lo mismo sucedía con la botella de vino abierta, pero intacta. Era algo continuo, pero no me compensaba en absoluto perder el tiempo —el mío o el de cualquier otro— en levantarme y decirles a los camareros que nos negábamos a seguir tolerándolo. Al final, dejé un gigantesco fajo de dinero para cubrir mi parte de la cuenta y me fui antes de que trajeran los postres. Todavía no estoy seguro de haber dejado lo suficiente.
Tim HARFORD, La lógica oculta de la vida, Temas de Hoy, Barcelona, 2008.