Este es es libro que más me ha costado escribir. ¿Lo que estaba en juego? Describir a un monstruo e intentar comprenderlo. ¿El riesgo? Darse cuenta de que el monstruo no está tan alejado de uno mismo. ¿El placer? Salvar, no ya al monstruo que no tiene perdón, sino a la humanidad, defendiendo que la historia podría haber sido de otro modo. ¿El resultado? ¡Qué incómodo resulta ser hombre!
La idea para escribir este libro surgió en Viena, durante el estreno austriaco de El visitante. El elegante joven de pelo largo que me hacía visitar la ciudad me llevó a un café a tomar un chocolate caliente y cuando nos sentamos me dijo : es aquí donde venía Adolf Hitler mientras preparaba su exámen de ingreso a la Academia de Bellas Artes. ¡Qué pena que no aprobase!, le contesté. Días después mi contestación me pareció menos superficial que a primera vista. ¿Cómo un joven de 17 años que adora la música, el teatro y la pintura, que sueña noblemente en convertirse en un artista, cómo ese joven ingenuo, idealista, entusiasta y respetable se convirtió en un dictador asesino, un bárbaro que devasta el mundo, una vergüenza para el concepto que tiene la humanidad de sí misma. ¿Qué relación hay entre el aprendiz de artista y el experto tirano? El joven se parece a nosotros: somos nosotros. Pero el dictador, ¿seguimos siendo nosotros? ¿Cómo se fabrica, Hitler , en el taller humano?
Me pareció que el fracaso, la frustación, el rencor eran los elementos, las estructuras, que permitieron pasar de un Hitler joven a un Hitler mayor. Todo empezó entonces en Viena, en octubre de 1908, cuando el jurado de Bellas Artes le niega el acceso a los estudios de pintura.
La idea para escribir este libro surgió en Viena, durante el estreno austriaco de El visitante. El elegante joven de pelo largo que me hacía visitar la ciudad me llevó a un café a tomar un chocolate caliente y cuando nos sentamos me dijo : es aquí donde venía Adolf Hitler mientras preparaba su exámen de ingreso a la Academia de Bellas Artes. ¡Qué pena que no aprobase!, le contesté. Días después mi contestación me pareció menos superficial que a primera vista. ¿Cómo un joven de 17 años que adora la música, el teatro y la pintura, que sueña noblemente en convertirse en un artista, cómo ese joven ingenuo, idealista, entusiasta y respetable se convirtió en un dictador asesino, un bárbaro que devasta el mundo, una vergüenza para el concepto que tiene la humanidad de sí misma. ¿Qué relación hay entre el aprendiz de artista y el experto tirano? El joven se parece a nosotros: somos nosotros. Pero el dictador, ¿seguimos siendo nosotros? ¿Cómo se fabrica, Hitler , en el taller humano?
Me pareció que el fracaso, la frustación, el rencor eran los elementos, las estructuras, que permitieron pasar de un Hitler joven a un Hitler mayor. Todo empezó entonces en Viena, en octubre de 1908, cuando el jurado de Bellas Artes le niega el acceso a los estudios de pintura.