Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

miércoles, 30 de mayo de 2012

S.T.T.L. Rodríguez Jiménez

Que muriera, me cogió por sorpresa. Nadie me dijo nada, nadie me avisó. Supongo que muy pocos se enteraron de su muerte. Sólo el otro día, cuando paseaba por la calle Cerón, Antonio, el de Metrópolis, comenzó a hablarme de Rodríguez Jiménez y me manifestó su asombro por no haberme encontrado en el tanatorio. Así fue como me enteré de la muerte del cuentista. Entré en la librería y, como triste confirmación del deceso, observé los flacos volúmenes de sus libros en el mostrador: el postrer homenaje del librero.

Hacía apenas unas semanas había telefoneado a Julián para preguntarle de nuevo por ese cuento que me había prometido para una antología que prepara la Diputación. Supongo que no llegó a terminarlo, pues no terminaba casi nada.

Escribir sobre Julián Rodríguez Jiménez me parece una fanfarronada, no sé si alguien podría escribir sobre él. Era muy maniático de su intimidad y no le gustaba hablar de sí mismo. Sólo sé que durante un tiempo vivió en la parte baja de la avenida de Madrid; hace unos años se había mudado a Linares, creo que a causa de un traslado repentino. Trabajaba en un instituto, pero no puedo asegurar si como administrativo, como ordenanza o como profesor. En cualquier caso, parece que, al igual que otros, había buscado un trabajo que le dejara las tardes libres para escribir.

Sólo en los últimos años había llegado a publicar varios libros: El albergue, Libretas, Cuentos y apuntes procaces. Preparaba una novela. Sospecho que escribía porque sentía la ineluctable necesidad de hacerlo; no era, como sucede a veces, no fue un escritor conspicuo. Nunca me habló de ninguno de sus libros y siempre tuve que insistirle mucho para que me escribiera una dedicatoria. Supongo que era demasiado tímido. Un amigo me contó que Julián se había alzado con un premio literario pero que no hubo forma de convencerle de que presentara el relato ganador.

Sólo una vez le visité en su casa. Fue cuando publiqué El lagarto. Le entregué el libro con una dedicatoria donde, ahora lo lamento, no le confesé cuanto le debía. Nunca lo supo, pero fue él quien me insinuó la idea de la que nació el cuento que da título al volumen. Unas palabras suyas cayeron en mi cabeza y ya no pude dejar de escribir hasta que lo terminé. Ya se sabe: no hay mayor felicidad que la de un escritor que emborrona páginas en su soledad.

En la solapa de El albergue se hablaba de una novela inédita: Ciudad dormida. No soy capaz de imaginar el argumento. Es difícil hablar de su estilo, de sus temas. Alguna vez le dije que sus cuentos me recordaban a Arreola, pero él me aseguró que no lo había leído; probablemente me mentía, porque a veces me parecía que Julián lo había leído todo.

Si alguna pasión tenía Julián era la literatura húngara. Sé que pasó mucho tiempo estudiando el idioma magiar y compraba todos los libros de autores húngaros con los que se encontraba, incluso en francés y en inglés. Una vez me dijo que había comenzado a escribir, que le gustaría escribir un libro de relatos que pretendiera ser una antología de escritores húngaros actuales. No sé hasta dónde llegó. Cuando le visité, le entregué un pequeño recuerdo que le había traído de mi viaje a Budapest, un atlas húngaro, que le entusiasmó. Me lo agradeció efusivamente, como lo hace esa gente que se siente obligada a devolver los regalos pero que no sabe cómo. Me habló de un escritor húngaro del que se estaba ocupando en ese momento, Andor Németh, una especie de Kafka magiar (supongo que hay Kafkas en todas las literaturas). No lo sé, quizá Julián Rodríguez Jiménez fue un Kafka jienense que necesita ahora su Max Brod.

Había entregado a la Editorial Almotacén de Córdoba un libro de microrrelatos, que su editor, amablemente, me ha dejado para que lea. (Me sacó la promesa de que lo prologaría.) Es repasando estas páginas cuando realmente lamento que Julián Rodríguez Jiménez nos haya dejado.

Francisco HERVÁS, In memoriam Rodríguez Jiménez.

Diario Jaén, martes 29 de mayo de 2012.


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