Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

jueves, 12 de enero de 2012

HAFFNER: Una vida privada en libertad

En aquel momento sucedió algo extraño -y al decir esto considero que estoy revelando uno de los acontecimientos políticos fundamentales de nuestro tiempo que no figuró en ningún periódico-: las nuevas posibilidades fueron desestimadas en la gran mayoría de los casos. No hubo disposición para ello. Resultó que toda una generación de alemanes no supo qué hacer con un regalo consistente en gozar de una vida privada en libertad.

Alrededor de veinte generaciones de niños y jóvenes alemanes habían estado acostumbradas a que el ámbito de lo público les suministrara gratis, por así decirlo, todo el contenido de sus vidas, la esencia de sus emociones más profundas, del amor y del odio, del júbilo y de la tristeza, pero también todos los hechos sensacionales y cualquier estado de excitación, aunque vinieran acompañados de pobreza, hambre, muerte, confusión y peligro. En el momento en el que dicho suministro fue interrumpido bruscamente, ellos se quedaron ahí, bastante desamparados, empobrecidos, expoliados, decepcionados y aburridos. Jamás habían aprendido a vivir por sí mismos, a hacer de una pequeña vida privada algo grande, hermoso y lleno de compensaciones, a saber cómo disfrutarla y apreciar cuándo se vuelve interesante. Así, no percibieron el fin de las tensiones públicas ni el regreso de la libertad individual como un don, sino como una privación. Empezaron a aburrirse, se les ocurrieron ideas tontas, se volvieron huraños y, finalmente, aguardaban casi con ansia a que se produjera el primer desorden, el primer revés o incidente que les permitiera liquidar todo el período de paz y emprender nuevas aventuras colectivas.

Sebastian HAFFNER, Historia de un alemán, Destino, Barcelona, 2001.