Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

viernes, 20 de enero de 2012

SEBALD: La quemadura

El viejo tabernero, antes de su matrimonio con Rosina, había gastado la mayor parte de una herencia considerable viajando por casi todos los escenarios de la historia universal, y ahora llevaba ya unos cuantos años postrado en la cama. Contaban que yacía en el cuarto contiguo a la habitación de Rosina, y que tenía en la cadera una herida enorme que no acababa de cicatrizar. Parece ser que, cuando era joven, había querido esconder a su padre un puro, que había estado fumando a escondidas, metiéndolo en el bolsillo del pantalón. Que la quemadura contraída de esta forma había mejorado al cabo de poco tiempo, pero que sin embargo más adelante, cuando el tabernero iba camino de los cincuenta, se le había abierto una y otra vez y ya no se le había vuelto a cerrar, incluso se hacía más grande de un año para otro, y por eso, decían, podía ocurrir perfectamente que pronto muriera de la gangrena que le había producido.

W.G. SEBALD, Vértigo, Debate, Madrid, 2001.