"El punto de vista de Conrad estaba lejos de ser moderno. En el mundo moderno existen dos filosofías: una, que proviene de Rousseau, y que deja de lado, como algo innecesario, a la disciplina; otra, que encuentra su más plena expresión en el totalitarismo, concibe la disciplina como esencialmente impuesta desde fuera. Conrad era partidario de la tradición más antigua, en la que la disciplina debía venir de dentro. Detestaba la indisciplina y aborrecía la disciplina que fuera sólo externa."
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"Creo, aunque no sé si él hubiera aceptado esta interpretación, que Conrad pensaba que la vida humana civilizada y moralmente tolerable era algo así como un peligroso paseo sobre una delgada corteza de lava recientemente enfriada, que en cualquier momento podía romperse, precipitando al imprudente en las ardientes profundidades."
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"Le vi una última vez, al otro lado de la calle por donde yo iba, hablando muy seriamente con un hombre a quien yo no conocía, parados ante la puerta del Arts Club. No quise interrumpir lo que parecía una seria conversación, y continué mi camino."
Bertrand RUSSELL, Retratos de memoria y otros ensayos, Alianza, Madrid, 1982.