-Voy a invitarte a hacer una temeridad. Quédate. Pasa la noche conmigo.
-¿Por qué?
-Porque debes.
-¿Por qué debo?
-¿Por qué? Porque la belleza de una mujer no le pertenece sólo a ella. Es parte de la riqueza que trae consigo al mundo, y su deber es compartirla.
-¿Y si ya la compartiera?
-Entonces, deberías compartirla más aún.
J.M. COETZEE, Desgracia, Mondadori, Barcelona, 2000.