Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."
martes, 26 de junio de 2012
Don Diego Espinosa de los Monteros no se quiere casar
Don Diego Espinosa de los Monteros vivía en Jaén en tiempos de Carlos II. No tengo por seguro si era hombre ingenuo o de pocas luces. O las dos cosas. Pasaba los días de manera apacible don Diego, un poco aburrido imagino, y un mal día le dijeron que no sería mal asunto que pensara en casarse. Le hablaron de una doncella muy principal llamada doña Catalina Francisca Delgado y Vela y no le pareció mal la idea a nuestro hidalgo. Era obligado que le diese palabra de casamiento a doña Catalina Francisca y a ello se dispuso. Sin embargo, por confusión o jugada que le hicieron, entregó un anillo, como prenda de su promesa, a otra mujer que no era doña Catalina. O eso decía él. El caso es que quedó comprometido y una ruptura de palabra de casamiento tenía en aquella época serias e inciertas consecuencias. Decidió el novio escaparse de Jaén. Podría haberse ido a Sevilla, a Granada o a la Corte, y allí ocultarse con alguna fortuna, correr mundo, hacerse soldado, pasar a Indias, hacerse tahur, ermitaño, comediante, rodrigón, galán, portero de palacio, jesuita, aventurero o jayán de marca mayor. Pero no, se fue a Valdepeñas, un pueblo a unas pocas leguas de Jaén donde todos se conocían. Decisión que apunta al poco seso de don Diego pues pronto le echaron el guante y lo trajeron a la fuerza a Jaén. En el viaje de vuelta le debieron de poner la cabeza como bombo de fanfarria, hasta extremos difíciles de imaginar, para que le explotase. Lo pusieron a buen recaudo, en un calabozo nada menos. Allí, a la sombra, recibió todo tipo de admoniciones, consejos, requerimientos, amenazas, regañinas y sermones de "caballeros desta ciudad, personas de superior clase", como dice el expediente que recoge esta historia. Consintió en casarse, qué remedio, lo montaron en un coche, bien guardado para que no se escapase otra vez, y lo llevaron camino a la casa de la novia. Allí oficiaron, creo que con más prisa que solemnidad, la ceremonia y después enviaron a los recién casados a una alcoba. Una vez solos, don Diego le dijo a la recién casada que con ella no iba nada y que, si daba un paso hacia él, estaba dispuesto a lanzarse por la ventana y descalabrarse o lo que Dios quisiera. Por la mañana, a hora prudente, un tío de la novia subió a la alcoba para ver como había ido todo y se encontró a Don Diego, vestido de punta en blanco y sentado en una silla, más tieso que una vela. Otra tía de la novia llamada, para más señas, doña Eufrasia al descubrir la casta decisión de don Diego comenzó a lamentarse con grandes voces y juramentos. Esto debía de imponer, las cosas como son. La cólera de doña Eufrasia debía de intimidar al más valiente. Mandaron buscar a un caballero veinticuatro de Jaén, llamado don Antonio de Monroy para que metiera en vereda a don Diego. Si requirieron su presencia es porque por fuerza tenía que ser hombre o persuasivo o terrible. Me inclino por lo segundo pues no eran muy dados a psicologías los hidalgos del XVII y creo que acudió a resolver el negocio con humor de perros pues la mañana era muy mala y destemplada, cerrada en aguas. Llegó y mandó al novio, o al esposo que ya no sé muy bien como llamar a don Diego, que se metiese en la cama. La orden fue obedecida pero, eso sí, don Diego se metió vestido, de arriba a abajo y con su propósito ya muy claro. En un descuido, dice el documento, pidió "su ferreruelo, sombrero y espada y lloviendo como estaba se salió huyendo de ella". Nada más puedo contar pues nada más sé. Se admiten hipótesis al respecto.
http://retablodelavidaantigua.blogspot.com
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lunes, 25 de junio de 2012
BLANCO: Mamíferos alóctonos
El coipú es considerado una de las especies invasoras más peligrosas del mundo. Procede de Sudámerica y, como en el caso del visón americano y de la rata nutria, se comenzó a criar por su piel. Vive sobre todo en el norte de la Península Ibérica.
Junto al muflón, el gamo representa un caso especial de especie alóctona: se extinguió en la Península Ibérica poco después de la última glaciación. Reintroducido hace unos pocos años, compite con éxito con el ciervo, al que está desplazando.
En los últimos años ha sido costumbre liberar visones. Acostumbrados a la vida en cautividad, la mayoría de ellos mueren de hambre o atropellados, pero unos pocos han logrado sobrevivir y comienzan a ocupar el nicho ecológico del visón europeo, más pequeño. El visón americano se ha hecho muy común en los campos gallegos, e incluso ha invadido el Parque Nacional de las Islas Atlánticas.
La rata nutria colorada, como el coipú y el visón americano, es una especie criada en cautividad por su piel. Procede de Sudamérica, donde irónicamente está en peligro de extinción. Su población está aumentando en los ríos del País Vasco, Navarra y Aragón.
El arruí, carnero de Berbería o muflón del Atlas es un bóvido introducido en los años 70 en la Sierra Espuña (Murcia) con fines cinegéticos. Poco a poco, se ha ido extendiendo, y habita las sierras de Almería, Granada y Jaén. No tiene depredadores naturales. Ocupa el nicho ecológico de la cabra montés.
Desde hace años, el mapache vive en muchas zonas de Europa Central. En Madrid alarmó la presencia de una veintena de ejemplares en el Parque del Sureste. Las crías se venden como mascotas; cuando alcanzan la edad adulta, los mapaches se vuelven muy agresivos y suelen ser liberados. La población de mapaches en libertad es mínima, de momento.
http://euroaloctonos.wordpress.com/
Junto al muflón, el gamo representa un caso especial de especie alóctona: se extinguió en la Península Ibérica poco después de la última glaciación. Reintroducido hace unos pocos años, compite con éxito con el ciervo, al que está desplazando.
En los últimos años ha sido costumbre liberar visones. Acostumbrados a la vida en cautividad, la mayoría de ellos mueren de hambre o atropellados, pero unos pocos han logrado sobrevivir y comienzan a ocupar el nicho ecológico del visón europeo, más pequeño. El visón americano se ha hecho muy común en los campos gallegos, e incluso ha invadido el Parque Nacional de las Islas Atlánticas.
La rata nutria colorada, como el coipú y el visón americano, es una especie criada en cautividad por su piel. Procede de Sudamérica, donde irónicamente está en peligro de extinción. Su población está aumentando en los ríos del País Vasco, Navarra y Aragón.
El arruí, carnero de Berbería o muflón del Atlas es un bóvido introducido en los años 70 en la Sierra Espuña (Murcia) con fines cinegéticos. Poco a poco, se ha ido extendiendo, y habita las sierras de Almería, Granada y Jaén. No tiene depredadores naturales. Ocupa el nicho ecológico de la cabra montés.
Desde hace años, el mapache vive en muchas zonas de Europa Central. En Madrid alarmó la presencia de una veintena de ejemplares en el Parque del Sureste. Las crías se venden como mascotas; cuando alcanzan la edad adulta, los mapaches se vuelven muy agresivos y suelen ser liberados. La población de mapaches en libertad es mínima, de momento.
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viernes, 22 de junio de 2012
BLANCO: El exterminio de los papiones de Cádiz
Hace cuarenta años cerraba el Auto Safari Andaluz. Decenas de animales que allí se exhibían fueron dejados en libertad. En pocos meses, la mayoría, acostumbrados a la vida en cautividad, habían muerto de hambre o habían sido abatidos por cazadores desaprensivos. A nadie le preocupó la suerte que iban a correr los 60 papiones que vivían en el Auto Safari.
Unos quince años después, los visitantes del Pinar del Rey, cerca de San Roque, decían que se habían encontrado con monos escapados de Gibraltar. Interesados, los ecologistas pronto se dieron cuenta de que los primates no eran macacos gibraltareños, sino papiones, especie propia de la sabana africana. Una veintena de individuos habían sobrevivido en la sierra. Incluso prosperaban.
Ecologistas y biólogos comenzaron a estudiar con curiosidad a los papiones. De noche, los primates se refugiaban en los roquedales del Pinar del Rey. Pasaban el día forrajeando en el bosque de alcornoques y acebuches y sólo se desplazaban al arroyo Alhaja, situado a un par de kilómetros del Pinar del Rey, para beber agua. El clima de esa zona de la provincia de Cádiz, cálido en verano y templado en invierno, sin heladas, era ideal para los papiones. Después de siglos, un grupo de primates volvía a vivir libre en el continente europeo.
La administración no miraba con tanto romanticismo a los papiones. En un principio trató de atraparles con aparatosas jaulas. Fracasó. En 1999, el Pinar del Rey se llenó de cazadores, que fueron acabando poco a poco con los desamparados papiones. A las pocas semanas, después de días sin avistar ningún ejemplar, abandonaron la sierra.
Aún hoy, viven en el Pinar del Rey un puñado de papiones, que evitan a los humanos. En pocos años, habrá desaparecido el último primate que todavía vive libre en Europa.
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jueves, 21 de junio de 2012
QUEZADA SORIANO: Los burleros
Son difíciles de desenmascarar, pues, o bien se burlan de ellos mismos, con lo cual no son auténticos burleros (Nasmeshnik, 2004), o bien son burleros esporádicos, que actúan ocasionalmente. Los auténticos burleros viven de la causticidad, la necesitan, día a día; se sienten superiores, por lo que deben burlarse de otros: el escarnio constituye su alimento (Scoffer, 1987).
Nasmeshnik (2004) distingue dos clases de burleros: los primarios y los secundarios. Los secundarios son los más abundantes. Se dejan influir por los primarios, que son sutiles y agudos, crudelísimos; en ocasiones, los burleros secundarios suelen ser el objeto de mofa de burleros primarios. Por lo tanto, los más aviesos son los burleros primarios: actúan como un cáncer, son destructivos. Los burleros secundarios no son tan peligrosos, pues a menudo les falta el ingenio para encontrar algo de lo que burlarse: deben guiarse por lo que les dicen los burleros primarios, por lo que escuchan de ellos.
Lemoqueur (2006) habla también de burleros terciarios y cuaternarios, pero la mayoría de los autores no encuentra aceptable el sistema clasificatorio de este controvertido psicólogo canadiense (Naśladujący, 2008).
Hay prestar mucha atención a los burleros, pues casi siempre la burla nace de un complejo, de un temor, de una psicosis, de un miedo, de una obsesión. Y burlas y sarcasmos pueden llegar a ser nocivos.
J.A.B. QUEZADA SORIANO, Breve introducción a la psicología, Editorial Sisti, Caracas, 2010.
martes, 19 de junio de 2012
R.S.: Kintpuash y Hooker Jim
Estoy terminando de leer un interesantísimo libro, la Worldwide History of Treason, que es casi una American History of Treason. Me hubiera gustado encontrar más episodios de traición en el Viejo Mundo, pero parece que al autor, Robert Lee Kaufman, sólo le interesa Judas Iscariote y poco más: unas líneas dedicadas a los hispanos que traicionaron a sus pueblos en la larga lucha contra los romanos (Indíbil, Mandonio, Botilkos, Hilerno, Budecio, Abargitibasar), y un largo capítulo dedicado a los bárbaros que se pusieron al servicio de los romanos y de los romanos que se pusieron al servicio de los bárbaros (Arminio, Belóvaco, Aecio, Prisco, Teodoredo, Flavio Orestes, Hoamer, Besas).
¿Cuál es mi traición favorita? Desde luego, entre las que aparecen en este libro, la de Benedict Arnold, que en poco tiempo pasó de héroe a villano. Lo que animó a los colonos norteamericanos a seguir con la rebelión fue la inesperada victoria de Saratoga, lograda gracias al valor de Arnold. ¿Por qué traicionó a sus compatriotas? Probablemente, él no se consideraba un traidor; más bien se sentía traicionado.
Sin embargo, la traición que más me ha llamado la atención es la de un indio modoc, Hooker Jim. Este indio, como muchos jóvenes de otras tribus (apaches, sioux, cheyenne...), era amigo de meterse problemas. Asesinó a varios pacíficos colonos, que siempre habían tratado bien a los modoc, y después, temeroso del castigo, se puso bajo la protección del jefe de los modoc, Kintpuash. Éste considero que lo que había hecho Hooker Jim y sus secuaces era reprobable, pero pidió clemencia para ellos. Llegó a decir que no sentiría pena si los blancos quisieran ahorcar a un caballo, pero que no le gustaría que ahorcaran a un hombre, a ese hombre, a su amigo Hooker Jim.
Poco a poco, los modoc se fueron metiendo en un callejón sin salida: Kintpuash no quería vivir en la reserva de los klamath, como exigían los estadounidenses, y no estaba dispuesta a entregar a Hooker Jim sin asegurarse antes de que no le pasaría nada, de que se le trataría como a un prisionero de guerra. Durante las negociaciones, los blancos hirieron en repetidas ocasiones el orgullo de los modoc. Finalmente, Kintpuash asesinó al negociador federal, el general Canby.
Los modoc se refugiaron entonces en sus impenetrables montañas. Miles de soldados fueron enviados para capturar a los sediciosos, pero no consiguieron dar con ellos, hasta que un traidor modoc, a cambio de perdón, se ofreció a entregar a Kintpuash. El nombre del traidor: Hooker Jim. Sí, acabó entregando al mismo jefe que, por su culpa, se había empeñado en una guerra desesperada.
Kintpuash fue capturado y juzgado. Ni siquiera contó con un abogado defensor: desde la sala del tribunal podía escuchar a los carpinteros afanados en preparar la horca. Liberado de la lealtad tribal que hasta entonces había tenido con Hooker Jim, le acusó de haber provocado la guerra con sus crímenes. Nadie le escuchó. Kintpuash fue condenado a muerte y colgado. Incluso muerto, no pudo descansar en paz. Su cuerpo fue desenterrado, embalsamado y llevado al Este como una atracción de feria.
¿Qué le paso a Hooker Jim? Tuvo que marchar con los pocos modoc supervivientes a Oklahoma, y allí murió en una pelea de taberna. Muchas vidas y una traición se hubieran evitado si Kintpuash le hubiera entregado a los blancos.
163 modoc fueron llevados a Oklahoma en 1873; 29 regresaron en 1909 a Oregón, para vivir entre los klamath, sus ascentrales enemigos..
http://diccionariosubreal.blogspot.com
sábado, 16 de junio de 2012
FLAUBERT: Le desanimó el fracaso
Frédéric bajó la escalera peldaño a peldaño. El fracaso de esta tentativa le desanimó, con respecto al resultado de las otras. Entonces comenzó el aburrimiento. Como no tenía nada que hacer, la ociosidad aumentaba su tristeza.
Pasaba horas contemplando desde lo alto del balcón el río que se deslizaba entre los muelles parduscos, ennegrecidos en algunos lugares por el desagüe de las cloacas, con un pontón de lavanderas amarrado en la orilla, donde a veces se divertían unos pilluelos bañando a un perro de aguas en el fango. Sus miradas, dejando a la izquierda el puente de piedra de Notre-Dame y otros tres puentes colgantes, se dirigían siempre hacia el muelle de los Olmos, a un bosquecillo de árboles añosos parecidos a los tilos del puerto de Montereau. La torre de Saint Jacques, el Ayuntamiento, Saint-Gervais, Saint-Louis, Saint-Paul, se alzaban enfrente, entre los tejados enmarañados; y el remate de la columna de julio resplandecía en el Oriente como una gran estrella de oro, en tanto que en el lado opuesto la cúpula de las Tullerías redondeaba en el cielo su pesada masa azul.
Volvía a su habitación, se tendía en el diván y se entregaba a una meditación desordenada: planes de trabajo, proyectos de conducta, lanzamientos hacia el porvenir. Al final, para librarse de sí mismo, salía a la calle.
Subía, a la ventura, por el Barrio Latino. Se oían toda clase de ruidos apacibles: aleteos en las jaulas, el zumbido de un torno, el martilleo de un zapatero remendón, y los traperos, en medio de las calles, interrogaban con la mirada a todas las ventanas, inútilmente. En el fondo de los cafés solitarios bostezaba entre las garrafas llenas; los periódicos se mantenían ordenados en las mesas de las salas de lectura; en los talleres de planchado las ropas oscilaban al soplo del viento tibio. De vez en cuando Frédéric se detenía ante el escaparate de un librero de lance, un ómnibus que pasaba rozando la acera le hacía volverse, y cuando llegaba ante el Luxemburgo ya no seguía adelante.
A veces, la esperanza de una distracción lo atraía a los bulevares. Después de recorrer callejuelas sombrías que exhalaban vahos húmedos, llegaba a grandes plazas desiertas, deslumbrantes de luces y donde los monumentos dibujaban en el borde del pavimento dentellones de sombra negra. Pero los carros comenzaban a circular, las tiendas se abrían y la multitud le aturdía, sobre todo los domingos, cuando desde la Bastilla hasta la Magdalena una inmensa oleada de gente ondulaba en el asfalto, entre el polvo, produciendo un rumor continuo.
Gustave FLAUBERT, La educación sentimental, Esplandián Editores, Madrid, 1999.
Pasaba horas contemplando desde lo alto del balcón el río que se deslizaba entre los muelles parduscos, ennegrecidos en algunos lugares por el desagüe de las cloacas, con un pontón de lavanderas amarrado en la orilla, donde a veces se divertían unos pilluelos bañando a un perro de aguas en el fango. Sus miradas, dejando a la izquierda el puente de piedra de Notre-Dame y otros tres puentes colgantes, se dirigían siempre hacia el muelle de los Olmos, a un bosquecillo de árboles añosos parecidos a los tilos del puerto de Montereau. La torre de Saint Jacques, el Ayuntamiento, Saint-Gervais, Saint-Louis, Saint-Paul, se alzaban enfrente, entre los tejados enmarañados; y el remate de la columna de julio resplandecía en el Oriente como una gran estrella de oro, en tanto que en el lado opuesto la cúpula de las Tullerías redondeaba en el cielo su pesada masa azul.
Volvía a su habitación, se tendía en el diván y se entregaba a una meditación desordenada: planes de trabajo, proyectos de conducta, lanzamientos hacia el porvenir. Al final, para librarse de sí mismo, salía a la calle.
Subía, a la ventura, por el Barrio Latino. Se oían toda clase de ruidos apacibles: aleteos en las jaulas, el zumbido de un torno, el martilleo de un zapatero remendón, y los traperos, en medio de las calles, interrogaban con la mirada a todas las ventanas, inútilmente. En el fondo de los cafés solitarios bostezaba entre las garrafas llenas; los periódicos se mantenían ordenados en las mesas de las salas de lectura; en los talleres de planchado las ropas oscilaban al soplo del viento tibio. De vez en cuando Frédéric se detenía ante el escaparate de un librero de lance, un ómnibus que pasaba rozando la acera le hacía volverse, y cuando llegaba ante el Luxemburgo ya no seguía adelante.
A veces, la esperanza de una distracción lo atraía a los bulevares. Después de recorrer callejuelas sombrías que exhalaban vahos húmedos, llegaba a grandes plazas desiertas, deslumbrantes de luces y donde los monumentos dibujaban en el borde del pavimento dentellones de sombra negra. Pero los carros comenzaban a circular, las tiendas se abrían y la multitud le aturdía, sobre todo los domingos, cuando desde la Bastilla hasta la Magdalena una inmensa oleada de gente ondulaba en el asfalto, entre el polvo, produciendo un rumor continuo.
Gustave FLAUBERT, La educación sentimental, Esplandián Editores, Madrid, 1999.
viernes, 15 de junio de 2012
Vardzia, la ciudad rupestre
Vardzia es un enorme monasterio rupestre situado al sur de Georgia. Fue construido en el siglo XII por la reina Tamara, de la dinastía Bagrátida. Cuenta con viviendas e iglesias talladas en la roca, pozos de agua. En el siglo XIII, el monasterio resistió el asedio de los mongoles. Siglos después, cuando los otomanos conquistaron Georgia, el lugar fue abandonado.
http://curiososincompletos.wordpress.com/
jueves, 14 de junio de 2012
VAIN: Somalia's ruined capital
Mogadishu, Somalia's ruined capital, is one of the most destroyed cities in the world. "What you build today could be easily destroyed tomorrow," a Somalian says. For years, Mogadishu was a battlefield.
http://romantic-ruins.blogspot.com
miércoles, 6 de junio de 2012
S.T.T.L. Ray Bradbury
Perdonadme si os hablo como un político, pero al fin y al cabo soy un ex gobernador; un gobernador honesto, por eso me odiaron. La vida en la Tierra nunca fue nada bueno. La ciencia se nos adelantó demasiado, con demasiada rapidez, y la gente se extravió en una maraña mecánica, dedicándose como niños a cosas bonitas: artefactos, helicópteros, cohetes; dando importancia a lo que no tenía importancia, preocupándose por las máquinas más que por el modo de dominar las máquinas. Las guerras crecieron y crecieron y por último acabaron con la Tierra. Por eso han callado las radios. Por eso hemos huido... Hemos tenido suerte. No quedan más cohetes. Ya es hora de que sepáis que esto no es una excursión de pesca. He ido demorando el momento de decirlo. La Tierra ya no existe; ya no habrá viajes interplanetarios, durante muchos siglos, quizá nunca. Aquella manera de vivir fracasó, y se estranguló con sus propias manos. Sois jóvenes. Os repetiré estas palabras, todos los días, hasta que entren en vosotros. Estamos solos. Nosotros y algunos más que llegarán dentro de unos días. Somos bastantes para empezar de nuevo. Bastantes para volver la espalda a la Tierra y emprender un nuevo camino...
Ray BRADBURY, Crónicas marcianas, Minotauro, Barcelona, 2002.
lunes, 4 de junio de 2012
sábado, 2 de junio de 2012
ROMERO: Presentación del cuento La leona de piedra
Hola, buenos días.
Quisiera empezar agradeciendo a los coordinadores la oportunidad que me han dado de participar en este libro. Decía Borges que toda obra humana es deleznable, pero que su ejecución no lo es. Yo podría decir que participar en esta presentación no tiene importancia, que si pudiera, habría evitado estar aquí; sólo tiene importancia el tiempo que pasé inventando esta historia, escribiéndola, corrigiéndola.
Mi cuento se titula La leona de piedra. Evidentemente, he utilizado como imagen la Leona de Porcuna, aunque supongo que podría haber tomado como base cualquier otra estatua ibérica... sin cabeza.
Hace años, cuando estaba en la universidad, visité el museo de Jaén. Recuerdo que el profesor nos llamó la atención sobre el hecho de que se han conservado muy pocas estatuas ibéricas completas. Todas presentan mutilaciones, están rotas, casi todas han sido decapitadas. Al parecer, ya en la Antigüedad fueron destrozadas la mayoría. Los responsables fueron los propios iberos. A veces olvidamos que los túrdulos, los oretanos, todos los iberos eran amantes de la guerra; a los nobles les gustaba ser representados como guerreros. Cuando había un conflicto entre dos ciudades vecinas, los santuarios, situados fuera de las murallas, solían sufrir la ira de los invasores. En mi cuento, sin embargo, se sugiere que la destrucción de estatuas iberas nada tiene que ver con el vandalismo.
Por otro lado, desde siempre he sentido curiosidad por la guerra civil. En el occidente de la provincia de Jaén, el frente permaneció más o menos estable durante dos largos años. Los libros de historia no suelen mencionar los combates aquí, en esta área, a no ser los relacionados con el asedio del Santuario de la Virgen de la Cabeza. Se ocupan de las batallas en torno a Madrid, en el Norte, en Aragón, en el Ebro, pero casi nunca tratan los frentes secundarios.
En mi cuento, se explica lo que sucede cuando unos soldados se pierden en la tierra de nadie y, accidentalmente, encuentran una tumba ibérica que está protegida por una amenazante leona de piedra.
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