–Mira –me dijo.
Me dejó su tablet y contemplé por unos instantes el vídeo. Una mujer se masturbaba.
–¿Quién es? –le pregunté.
Pronunció un nombre que no me sonaba de nada.
–¿Por qué me lo has enseñado?
–¿No te has dado cuenta?
–No. ¿Qué?
–¿No te ha llamado nada la atención?
Volví a ve el vídeo. Al principio, claramente, se veía el rostro de la mujer. Más adelante, sólo su cuerpo, sus senos, su pelo.
–No es ella, es una doble.
–¿Una doble?
–Sí. Lo estaba viendo el otro día y me di cuenta. Utilizó un doble.
Le entregué el tablet. La verdad es que no me gustaban todos esos vídeos y fotos de políticos. Había gente que los consumía masivamente, pero yo no podía soportarlos.
–Lo tenía colgado en su web. Comparé el cuerpo del vídeo con varias fotos que tiene colgadas y son dos personas distintas.
–¿Estás seguro?
–Un cuerpo de mujer no engaña.
–¿Por qué lo hizo?
–No lo sé… Supongo que por motivos religiosos. Así tendría tranquila la conciencia, la maldita conciencia de los católicos.
Dos meses atrás, el ministro de Obras Públicas había tenido que dimitir. En su perfil de internet se decía que estaba casado y que tenía un amante, pero se acabó demostrando que esto último era falso.
–La gente hubiera pensado mal de mí si supiera que no tenía un amante –trató de excusarse.
Luego se supo que era un criptocatólico. Muchos pidieron su procesamiento, pero el presidente se contentó con cesarle.
Casares estaba escribiendo entusiasmado.
–¿Qué vas a hacer?
–Voy a publicarlo. Inmediatamente.
–¿No vas a llamarla?
–No. Podría retirar el vídeo y decir que todo es una patraña mía. No, voy a denunciarlo. Es una vergüenza que mienta de esa manera.
–La verdad es que prefería los viejos tiempos, cuando la sexualidad de los políticos era algo íntimo, personal.
Casares me miró como si fuera un extraterrestre.
–¿Qué dices? No me vengas con tus idioteces.
–No sé, que a veces estoy cansado de todas esas fotografías, vídeos, confesiones.
Casares me hizo un gesto para que me callara.
–¿Qué pasa?
–La ministra de Hacienda. Tiene visita. Je, je, el tipo va a acabar exhausto.
La ministra había llenado su casa de cámaras cuando era diputada, y era uno de los miembros del Gobierno más populares.
–Debería pensar en adelgazar un poco. Se está poniendo muy gorda –dijo Casares.
–No sé cómo te gusta eso.
–Vamos, cállate. No tengo ganas para tus tonterías.
Siguió escribiendo durante un rato y por fin lo publicó. Siempre ponía la misma cara de satisfacción cuando pulsaba enter.
–Ya está –me dijo.
Me dejó su tablet y pude ver el titular que había utilizado: CONCEJAL CUELGA VÍDEO FALSO.
–¿Qué tamaño de fuente has utilizado? ¿48?
Ignoró mi pregunta.
–¿Has mandado copias?
–¿Por quién me tomas? ¡Claro que sí! En unas horas se sabrá por todos lados. Esta noticia va a ser trending.
Me dejó su tablet y contemplé por unos instantes el vídeo. Una mujer se masturbaba.
–¿Quién es? –le pregunté.
Pronunció un nombre que no me sonaba de nada.
–¿Por qué me lo has enseñado?
–¿No te has dado cuenta?
–No. ¿Qué?
–¿No te ha llamado nada la atención?
Volví a ve el vídeo. Al principio, claramente, se veía el rostro de la mujer. Más adelante, sólo su cuerpo, sus senos, su pelo.
–No es ella, es una doble.
–¿Una doble?
–Sí. Lo estaba viendo el otro día y me di cuenta. Utilizó un doble.
Le entregué el tablet. La verdad es que no me gustaban todos esos vídeos y fotos de políticos. Había gente que los consumía masivamente, pero yo no podía soportarlos.
–Lo tenía colgado en su web. Comparé el cuerpo del vídeo con varias fotos que tiene colgadas y son dos personas distintas.
–¿Estás seguro?
–Un cuerpo de mujer no engaña.
–¿Por qué lo hizo?
–No lo sé… Supongo que por motivos religiosos. Así tendría tranquila la conciencia, la maldita conciencia de los católicos.
Dos meses atrás, el ministro de Obras Públicas había tenido que dimitir. En su perfil de internet se decía que estaba casado y que tenía un amante, pero se acabó demostrando que esto último era falso.
–La gente hubiera pensado mal de mí si supiera que no tenía un amante –trató de excusarse.
Luego se supo que era un criptocatólico. Muchos pidieron su procesamiento, pero el presidente se contentó con cesarle.
Casares estaba escribiendo entusiasmado.
–¿Qué vas a hacer?
–Voy a publicarlo. Inmediatamente.
–¿No vas a llamarla?
–No. Podría retirar el vídeo y decir que todo es una patraña mía. No, voy a denunciarlo. Es una vergüenza que mienta de esa manera.
–La verdad es que prefería los viejos tiempos, cuando la sexualidad de los políticos era algo íntimo, personal.
Casares me miró como si fuera un extraterrestre.
–¿Qué dices? No me vengas con tus idioteces.
–No sé, que a veces estoy cansado de todas esas fotografías, vídeos, confesiones.
Casares me hizo un gesto para que me callara.
–¿Qué pasa?
–La ministra de Hacienda. Tiene visita. Je, je, el tipo va a acabar exhausto.
La ministra había llenado su casa de cámaras cuando era diputada, y era uno de los miembros del Gobierno más populares.
–Debería pensar en adelgazar un poco. Se está poniendo muy gorda –dijo Casares.
–No sé cómo te gusta eso.
–Vamos, cállate. No tengo ganas para tus tonterías.
Siguió escribiendo durante un rato y por fin lo publicó. Siempre ponía la misma cara de satisfacción cuando pulsaba enter.
–Ya está –me dijo.
Me dejó su tablet y pude ver el titular que había utilizado: CONCEJAL CUELGA VÍDEO FALSO.
–¿Qué tamaño de fuente has utilizado? ¿48?
Ignoró mi pregunta.
–¿Has mandado copias?
–¿Por quién me tomas? ¡Claro que sí! En unas horas se sabrá por todos lados. Esta noticia va a ser trending.