Javier Ochoa Palop |
No me gusta que valoren la obra en su conjunto por el título, que es un juego literario, una licencia que se toma el escritor para que sea un buen reclamo publicitario. Hay que ser muy intuitivo, quizás demasiado, para hacer las afirmaciones que estoy oyendo en los últimos días. Tal vez para algunos iluminados sea suficiente leer un título para dar una opinión sobre una novela. Pero el público, en general, necesita leerla para emitir un veredicto. Es un título violento, lo reconozco, como tantos otros ejemplos de la literatura... pero no sexista. Es imposible adivinar si él mata a ella, ella mata a él, él mata a él o ella mata a ella. A fin de cuentas, vivimos en una sociedad libre sexualmente hablando, ¿no?
El Mundo, miércoles 3 de abril de 2013.
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Ésta es mi segunda novela. La primera, El hombre que no se reflejaba en los espejos, que se menciona en Nunca te quise tanto como para no matarte, existe. La que presenté al premio Diputación de Jaén la escribí en doce días, aunque llevaba trabajándola algún tiempo, mientras terminaba Los príncipes no comen macarrones.
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