“Le inspiraba cierta lástima. Parecía tan inofensivo, tan triste, tan solo.”
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“Tampoco estaba solo. Si lo estaba era porque quería. Prefería su propia compañía. No deseaba desordenar su vida con la presencia de otras personas.”
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“Un impulso feroz se había apoderado de él, un impulso que le era familiar y que nunca se había preocupado de definir.”
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“Nadie conoce la diferencia entre los niños dichosos y los afligidos. Nadie sabe por qué un niño puede sacudirse los problemas como un pato se sacude el agua, mientras que otro se ahoga en ellos. Todo lo que se sabe es que sucede.”
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“Aparentemente no era capaz de aceptar a las mujeres como son, ni la vida tal como es.”
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“Ella no conoce su nombre; en realidad no se ha fijado en él. Pero en esos meses él ha pensado mucho en ella.”
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“A menudo, el hombre que ha confesado en falso un crimen semejante desea inconscientemente haber tenido el suficiente valor para cometerlo.”
James A. Brussel, Fichero de un psiquiatra criminalista, Caralt, Barcelona, 1973.
James A. Brussel, Fichero de un psiquiatra criminalista, Caralt, Barcelona, 1973.