"La primera vez me pareció algo raro comer un gato pero, rápidamente, descubrí que era casi un manjar. El gato tiene un sabor superior al del conejo o la liebre."
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"La muerte se había convertido en una realidad demasiado frecuente, siempre nos rondaba, siempre había algún cadáver en mitad del camino, sepultado en las paredes o debajo de una máquina. Sabía que tarde o temprano vendría a buscarnos, era cuestión de tiempo."
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"Para las necesidades nos dieron una lata roja de cinco litros. Y ahí iba la lata, de lado a lado, como una virgen en procesión. Aunque sólo para males mayores: los vómitos y el orín era mejor quedárselos para uno."
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"Les obligaban a realizar tareas absurdas e improductivas, como transportar piedras muy pesadas y apilarlas para luego cargarlas hasta el lugar inicial."
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"Moisés había dejado de reír, pasaba horas en silencio, absorto en ideas inconfensables."
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"Los SS no permitían ni el más mínimo desperfecto en unas ropas que tenían cada una de sus fibras impregnadas de muerte y de vergüenza."
Enmanuel Camacho, Ana Torregrosa, Mauthausen 90.009, Centro Andaluz del Libro, Sevilla, 2003.