Esa noche la tropa cenó compota. Todavía me acuerdo. Porta, de alguna manera, se había hecho con las raciones destinadas a una unidad con problemas estomacales. Hermanito devoró lata tras lata, mientras que el Viejo no dejó de pensar en su mujer.
—Ella hace unas conservas que nos duran todo el invierno —nos dijo soltando alguna lágrima.
Al día siguiente, atacaron los rusos: un concierto de órganos de Stalin como no habíamos escuchado nunca y todo un ejército de tanques contra nuestro pobre regimiento.
Fue la última vez que estuvimos todos juntos: Porta, el Viejo, Plutón, Pulgarcito. Todavía me acuerdo de esa noche.