Me metieron en un furgón. Llevaba lo imprescindible porque me creí que íbamos a Madrid. Total, que cuando íbamos por Jaén, hicimos una parada en el centro penitenciario provincial. Me metieron para dentro de ese sitio, que es una cárcel tenebrosa que vergüenza debería darle al Estado que existan ese tipo de instalaciones tan tercermundistas...
Mi llegada a Jaén fue dura. Ahí me empecé a dar cuenta de que la cárcel es otra historia. Me di yo cuenta de que aquello era la cárcel pura y dura...
Si te levantas con la mente despejada, no hay nadie más libre que tú. Son dueños de tu persona, pero nunca serán dueños de tu mente, a pesar de algún psicólogo amargado. El día que estás jodido, solamente ves muros. Había días que lo único que veía desde mi celda era el patio y cómo la guardia civil patrullaba por el perímetro. En la de Jaén, el paisaje era el coche de la guardia civil y el mar de olivos y olivos hasta donde se perdía la vista, que recordaba el poema de Antonio Machado, pero te daba unas ganas irrefrenables de maldecir la poesía...
Julián MUÑOZ, La cruda verdad, Edaf, Madrid, 2013.