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Se contaron relatos sobre su nacimiento que estaban de acuerdo con las profecías mesiánicas, se dijo que era descendiente de David y había nacido en Belén de una virgen, que había pasado peligros, realizado curas milagrosas, etcétera. Quienes habían oído su prédica registraron sus palabras según las recordaban (pues no dejó escritos) y se elaboró con ellas una breve biografía.
Nadie habría creído por entonces que los adeptos de Jesús dejarían alguna huella en el mundo. Eran judíos, y judíos muy ortodoxos, que sólo diferían de otros en que afirmaban que el Mesías ya había llegado y el fin del mundo estaba cercano. Pero la mayoría de los judíos no aceptaban un Mesías que aparentemente había sido derrotado y ejecutado sin respuesta alguna. Querían un Mesías victorioso, a la manera de Judas Macabeo.
Isaac ASIMOV, La tierra de Canaán, Alianza, Madrid, 1982.