UNA ADMIRACIÓN NO CORRESPONDIDA
Voltaire tenía en gran estima la obra del médico, fisiólogo y poeta suizo Albrecht von Haller, y no se cansaba de elogiar públicamente sus libros hasta que, en una ocasión, alguien le dijo:
-Pues creo que el tal Haller echa pestes de vos.
Voltaire no se arredró y, con su fino ingenio de costumbre, apostilló:
-Bueno, no hay que ser dogmáticos: es posible que tanto el señor Haller como yo estemos equivocados.
GOBIERNO AL AGUA
Voltaire, quien nunca ocultó sus simpatías por el régimen político inglés, aderezaba su anglofilia con su habitual dosis de humor: "Tienen ustedes -le dijo a Boswell en una ocasión- el mejor gobierno. Si se vuelve malo lo arrojan al océano; por eso el océano les rodea por todas partes".
EL REINO DEL CARDO
Voltaire, que no tenía especial simpatía por la democracia, pues consideraba que las masas eran ante todo crueles y estúpidas, tampoco ahorró venablos contra la monarquía, a la que satirizó en esta versión abreviada de la fábula de Jotam:
"En cierta ocasión, hubo que escoger rey entre los árboles. El olivo no quiso abandonar el cuidado del aceite, ni la higuera el de sus higos, ni la viña el de sus uvas, ni los otros árboles el de sus respectivos frutos; el cardo, que no servía para nada, se convirtió en rey, porque tenía espinas y podía hacer daño".
LOS BANQUEROS SUIZOS
Los banqueros suizos ya eran famosos en el siglo XVIII. A propósito de ellos, se le atribuye a Voltaire haber hecho la siguiente recomendación: "Si alguna vez ve usted saltar a un banquero suizo por la ventana, salte detrás. Seguro que hay dinero que ganar".
Pedro GONZÁLEZ CALERO, Filosofía para bufones, Ariel, Barcelona, 2007.