"Mientras los nuestros eran asesinados, nosotros nos salvamos; no nos mataron a golpes, no nos exterminaron, no nos gasearon. Hemos sobrevivido sin haberlo merecido. Se lo debemos a la mera casualidad. Por razones incomprensibles, somos los hijos elegidos del horror."
"Es obvio que tuve que dejar todo cuanto tenía en aquella pequeña habitación. Sólo se me permitió llevarme cinco marcos y una cartera. Pero no sabía qué meter en ella."
"Por quienes pronto se pusieron al servicio de los nuevos señores: por todo tipo de alborotadores y haraganes polacos, a menudo por adolescentes, felices de haber encontrado una actividad bulliciosa y entretenida."
"No importaba qué nos hiciera, pues no tenía que dar cuenta a nadie."
"Allí se vio claramente de qué son capaces las personas cuando se les concede un poder ilimitado sobre otros seres humanos."
"Los asimilados reprochaban a los ortodoxos su atraso en casi todo, y éstos a su vez creían que los asimilados se habían alejado de la fe y la tradición de sus padres sobre todo por oportunismo."
"En su opinión, el deber de honor de los judíos era tocar bien buena música, incluso en aquellas terribles circunstancias."
"En la sala olía a berza y nabos, pero nadie se sentía molesto, pues escuchábamos a Schubert y Brahms."
"¿Nos encantaba y entusiasmaba Mozart a pesar de que estábamos hambrientos, o precisamente porque lo estábamos? En cualquier caso, créanme: en el gueto de Varsovia, Mozart era aún más hermoso."
"Teníamos que presentarnos todos en el patio, formar en columnas y desfilar de uno en uno por delante de un jefe de las SS, casi siempre un hombre joven, un subordinado, con una fusta en la mano. Había que decirles dónde se trabajaba y en calidad de qué; a continuación, él indicaba con la fusta si la persona en cuestión debía ir a la izquierda o a la derecha."
"Mi padre me miró desconcertado; mi madre, extrañamente tranquila. Iba vestida con esmero: llevaba un impermeable claro que se había traído de Berlín. Supe que la veía por última vez. Y así los sigo viendo: a mi indefenso padre, y a mi madre con su hermana gabardina comprada en unos almacenes, no lejos de la Gedächtniskirche berlinesa."
"Sería tan hermoso que pudiera usted sobrevivir a esta terrible guerra aquí, en nuestra casa."
"Adolf Hitler, el hombre más poderoso de Europa, ha decidido que estas dos personas deben morir. Y yo, un pequeño cajista de Varsovia, he resuelto que han de vivir. Veremos quién gana."
"Yo continué contando en las largas veladas historias de muchachas enamoradas, de jóvenes príncipes y reyes ancianos, cuentos de invierno y sueños de noches de verano."
"Os ruego que no digáis a nadie que habéis estado en nuestra casa. Conozco a este pueblo. Jamás nos perdonaría haber salvado a dos judíos."
"Lo que llevó a Bolek y Genia a actuar como actuaron no fue la perspectiva de obtener algún dinero. Fue algo completamente distinto, y sólo puedo expresarlo con palabras grandilocuentes y desgastadas hace ya tiempo: compasión, bondad, humanidad."
Marcel REICH-RANICKI, Mi vida, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2000.