El primero en llegar era siempre yo, seguido de Paco Fernández Ordóñez; un rato después aparecía inexorablemente el ministro de Cultura, Jorge Semprún. Cuando él llegaba estábamos enfrascados en una revisión de nuestras lecturas, dando nuestro criterio sobre novelas y personajes. Semprún siempre corroboraba lo que estábamos diciendo. Sabíamos de su calidad literaria, especialmente por la lectura de su magnífico Le grand voyage (El largo viaje), pero nos escamaba que en todo momento ratificase nuestras opiniones sin añadir nada más. Concebimos Paco y yo una broma que nos despejase la duda de si él verdaderamente había leído todo lo que comentábamos. Acordamos que a la siguiente sesión del consejo hablaríamos de una novela inexistente y ponderaríamos a un personaje de tal novela, por supuesto una invención. Él nos siguió la broma, había leído la novela, confirmaba nuestro criterio acerca del personaje. No podíamos aguantar de risa, pero le ahorramos la crueldad de colocarlo ante su presunción.
Alfonso GUERRA, Una página difícil de arrancar, Planeta, Barcelona, 2013.