Somos fuertes, ¿a que sí? Sólo los más fuertes lo logran, resolló. Los rugidos se escuchaban ahora más cerca. Sé que lo conseguiremos. No podrán alcanzarnos. Reanudó la carrera. Aproveché que me daba la espalda para coger un palo. Miré hacia atrás, pero la hierba ocultaba a nuestros perseguidores. Comencé a correr hasta alcanzarle. Luego, seguí corriendo y sólo cuando le escuché gritar me di cuenta de que seguía aferrando el palo. Lo dejé caer. El árbol estaba a unos pocos pasos. Los gritos continuaron durante un rato. Sí, es verdad que sólo los más fuertes lo logran.