"Cuéntame otra historia. Que sea la historia más hermosa y menos verdadera posible."
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"Acudía a las casas de té para seguir la moda, y favorecía moderadamente a bailarinas y acróbatas."
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"Aquella noche, Ling se enteró con sorpresa de que los muros de su casa no eran rojos, como él creía, sino que tenían el color de una naranja que se empieza a pudrir."
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"Su discípulo Ling desleía los colores y este trabajo exigía tanta aplicación que se olvidó de verter unas lágrimas."
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"Estas gentes no están hechas para perderse por el interior de una pintura."
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"Donde seis mil monjes con flotantes barbas oran todavía hoy por la salvación de sus piadosos protectores, los príncipes de Trebisonda, cuya raza se ha extinguido seguramente hace siglos."
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"Le faltó a la Ilíada una sonrisa de Aquiles."
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"Los italianos insultan a los eslavos, los eslavos a los griegos, los alemanes a los rusos, los franceses a Alemania, y a Inglaterra, casi tanto como a esta última."
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"Lloro porque me dan miedo los jabalíes, los demonios, el deseo de los hombres y los fantasmas de los muertos."
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"No me quejo de que las cosas, los seres, los corazones sean perecederos, puesto que parte de su belleza se compone de esta desventura. Lo que me aflige es que sean únicos."
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"El único nombre que Genghi había olvidado era precisamente el suyo."
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"El arrepentimiento te enseña la inutilidad de arrepentimiento."
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"Incluso llegaba a decir que no le gustaba pintar a los animales porque se parecían demasiado a los hombres."
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"Me has mentido, Wang-Fô, viejo impostor: el mundo no es más que un amasijo de manchas confusas, lanzadas al vacío por un pintor insensato, borradas sin cesar por nuestras lágrimas."
Marguerite YOURCENAR, Cuentos orientales, Alfaguara, Madrid, 1993.