"No es precisamente un anormal, ni siquiera un retrasado mental o apenas. Los vecinos le llaman original. En cuanto pasó por la escuela parroquial, se percataron de que no había que soñar para Henri con el colegio Stanislas ni con los bancos de la Sorbona. Se sabía ya que iría envejeciendo allí, con la familia, sin pedirle gran cosa a la vida, sin molestar a nadie, contento de pasearse por la Gran Plaza. Cuando murió, se apresuraron a mirar dentro de sus armarios y muebles secretos. se esperaba encontrar en ellos estampas galantes y libros llamados frívolos. Lo que descubrieron fueron viejos panfletos liberales contra Bandiguet, así como unos tomos descalabados de Lereux y Proudhon. Es un cajón cerrado con llave había un cuaderno de colegial que en cada una de sus páginas, garabateado con rabia de arriba abajo, ponía: ¡Viva la República!"
Marguerite YOURCENAR, Archivos del Norte, Alfaguara, Madrid, 1985.