Todas estas casas tienen ascensor, y todos estos ascensores tienen un letrero que dice: "No funciona". En una, sin embargo, el ascensor carecía de letrero, lo que me hizo pensar muy mal del servicio.
—Esta casa es la que no funciona bien —me dije.
Y, dirigiéndome a la portera, la interrogué sobre el particular. Me había equivocado. El ascensor marchaba admirablemente, y para demostrármelo, la portera me aseguró que tres días antes, aquella perfecta maquinaria había matado al inquilino del tercero.
—Por eso tenemos el piso libre —añadió.
La historia del piso no era muy seductora; pero un inquilino tiene que estar en Madrid dispuesto a todo.
—¿Y cuánto renta el piso desocupado? —inquirí.
—Rentaba treinta duros; pero lo han subido a treinta y ocho. ¡Qué quiere usted! Es un piso muy bueno y tiene un ascensor magnífico...
Julio CAMBA, La rana viajera, Espasa-Calpe, Madrid, 1981.