El pasado 27 de junio se celebraban las semifinales de la Eurocopa. Después de un partido muy disputado, que acabó en empate, la selección española eliminaba a la portuguesa en la tanda de penaltis. C.O.J., residente en Hoyo de Manzanares, nunca olvidará ese día. Ayer se ha sabido que, cuando terminó la prórroga, ya no podía aguantar más los nervios. Según contó más tarde, se fue al dormitorio, pero desde allí seguía escuchando a los vecinos, que se habían reunido en el jardín para ver el partido. Fue por eso que decidió encerrarse en el sótano.
"Iba a esperar media hora, pero no sé qué me pasó. Me quedé dormido. Cuando desperté, traté de salir, pero no pude. La manija estaba rota por dentro. Llevaba un tiempo rota, pero con los nervios se me había olvidado."
Pasó más de una semana encerrado en el sótano. Al menos, allí guardaba agua y alimentos en abundancia. "Siempre guardo algo de comida en el sótano, por lo que pueda pasar", –dice con una sonrisa. "No, hambre no pasé."
Ocho días después, el jueves 5 de julio, la hermana, preocupada porque no contestaba al teléfono, fue a su casa. Al principio creyó que se había marchado de vacaciones sin decir nada, pero se sorprendió del desorden que encontró. La televisión estaba encendida y un trozo de pizza se encontraba sobre la mesa. "Me pasaron mil cosas por la cabeza, pero casi inmediatamente pensé que estaba en el sótano."
Allí le encontró acostado en el suelo, enflaquecido, macilento.
"Abrí los ojos cuando escuché el ruido", dice C.O.J. a los periodistas. "Lo primero que le pregunté a mi hermana fue que quién había ganado la Eurocopa."
No responde cuando se le pregunta qué hizo cuando se enteró que la selección española había ganado la Eurocopa. Sólo sonríe.
Madrid Norte, sábado 7 de julio de 2012.
Artículo completo