Alí se pone en camino con objeto de exigir su dinero al señor Remmert en persona. A fin de asustar un poco a Remmert, Alí, inmediatamente después de concluido el turno en Thyssen, vestido con las ropas de trabajo y con la cara completamente llena de negros tiznajos, se dirige al edificio que alberga las oficinas de la factoría Theo Remmert. En el vestíbulo que da al hueco de la escalera es imposible dejar de ver un ostentoso letrero en la pared, con un grandioso marco, que expresa la filosofía práctica de Theo Remmert, propietario de las fábricas Remmert:
"Hay quien considera al empresario un lobo sarnoso al que cumple matar a palos. Otros, a su vez, opinan que el empresario es una vaca a la que se puede ordeñar ininterrumpidamente. Sólo unos pocos ven en él al hombre que tira del carro."
Günther WALLRAFF, Cabeza de turco, Anagrama, Barcelona, 1987.