Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."
viernes, 17 de febrero de 2012
RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: Accidente
-¿Qué sucedió?
-Fue un accidente. Lo hice sin querer.
-Eso tendrá que decidirlo la comisión, ¿no cree?
-Sí, supongo que sí. Sólo quería decirle que fue un accidente. Cualquiera que me conozca sabe que soy alguien muy cuidadoso. Mire. Mi reloj. Tiene más de diez años.
-Vayamos por partes. Cuente lo que sucedió.
-Realmente no lo sé. Un accidente. Al pasar junto a la mesa me tuve que enganchar con un cable. Se cayó.
-¿Se cayó?
-Sí. Armó un estrépito tremendo. Asustó a todo el mundo.
-¿Se dio cuenta de que se había roto?
-No, desde luego que no. Funcionaba muy bien. Funcionó la siguiente hora.
-¿Cuándo se dio cuenta de que estaba roto?
-Por el golpe se había ido uno de los filos. Ya le he dicho que seguía funcionando.
-Responda la pregunta.
-Cuando lo dejé en el despacho del secretario. Lo vi, vi que se había roto. Un poco.
-Vio que se había roto… ¿y no dijo nada?
-Estaba oscuro. Ni siquiera sé si se había roto antes. Quizá ya estaba roto.
-¿Es eso todo lo que tiene que decir?
-Ya se lo he dicho: fue un accidente.
-Me temo que el asunto está muy claro.
-¡Fue un accidente, demonios!
-No grite, por favor. Asuma lo que le va a suceder. Le daré unos instantes.
-Por favor. Fue un accidente.
-Cállese. Cállese de una vez.
-No es por esto. No lo van a hacer por esto.
-Usted lo ha dicho. Así que cállese.