Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."
domingo, 28 de diciembre de 2014
miércoles, 24 de diciembre de 2014
jueves, 4 de diciembre de 2014
SEGUNDO FINALISTA DE #tuitencorto: Plácido Romero #elverdugo ¡Enhorabuena! pic.twitter.com/n7WhJn8jxY
— Tuit en Corto (@tuitencorto) diciembre 4, 2014
lunes, 1 de diciembre de 2014
Libros de noviembre
- La caza. El origen
- La vida oculta de Fidel Castro
- El caballero de las estrellas
- La última batalla de la guerra fría
- ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
- Cela, mi padre
- El perro
- Narraciones (J.L.B.)
- Breve Storia di Roma
- Narraciones (J.L.B.)
- Historias de Roma
- Una humilde propuesta
- Errores, lapsus y gazapos de la historia
- El busto del emperador
- Antología de C.B.
- El impostor
- Un pedigrí
- Factótum
- La canción de Rolando
domingo, 30 de noviembre de 2014
sábado, 29 de noviembre de 2014
S.T.T.L. Chespirito
En el año de mi nacimiento (1929) sucedieron cosas importantes. Por ejemplo: fue el año en que el eminente astrónomo Edwin Hubble descubrió que el universo se encuentra en continua expansión; y fue también el año en que nació el cine hablado; pero igualmente fue el año en que ocurrió el tristemente célebre crack de la bolsa de Wall Street, acompañado por una crisis económica sin precedentes y aderezado con el suicidio de más de un magnatefinanciero. En el ámbito de este México, que es mi país, se instituyó la autonomía de la Universidad Nacional, la cual emplea desde entonces el lema: “Por mi raza hablará el espíritu”, creación de José Vasconcelos. (Aunque a últimas fechas parece haber cambiado por el más folklórico de “Por mi raza hablará el Che Guevara”.) Y ese mismo año fue fundado el discutidísimo PRI, partido político que inicialmente se llamó PRN y luego PRM, mismo que rigió el destino de México (algunas veces para bien y muchas veces para mal) durante largos 71 años. Este nacimiento aconteció a principios de marzo del mencionado 1929, lo que significa que yo soy un par de semanas mayor que el susodicho partido, a pesar de lo cual éste jamás me ha guardado el debido respeto.
Roberto GÓMEZ BOLAÑOS, Sin querer queriendo, Aguilar, Barcelona, 2006.
viernes, 28 de noviembre de 2014
S.T.T.L. James
La trama gira en torno a un asesinato, a menudo llevado a cabo de manera terrorífica y violenta, y a pesar de ello leemos historias detectivescas porque nos entretienen, nos reconfortan e incluso representan un íntimo alivio de las ansiedades, los problemas y las agitaciones de la vida cotidiana.
P.D. JAMES, Todo lo que sé sobre novela negra, Ediciones B, Barcelona, 2010.
jueves, 6 de noviembre de 2014
lunes, 3 de noviembre de 2014
El pájaro que nunca se echó a volar
El paseante se queda mirando la fachada del viejo bloque. El piso de sus padres. Han cambiado las persianas; ya no son de madera. El zócalo está cubierto de grafitis, estúpidos pintarrajos que afean la pared. Si don Miguel estuviera vivo, no lo permitiría. Pero también el cáncer pudo con él.
De repente, alguien sale al balcón. Enciende un cigarrillo y comienza a fumarlo lentamente. El viandante siente un escalofrío cuando advierte que allí sigue colgada la cerámica que su madre trajo de un viaje a Granada: un pájaro verde y azul que nunca se echó a volar.
País de les meravelles
sábado, 1 de noviembre de 2014
Libros de octubre
- Trajano y Decébalo en la Rumanía del siglo XXI
- El cazador de pumas
- Colón era un cretino
- El camino de la guerra
- Landru
- Micromegas y otros cuentos
- La mala memoria
- El alma de Gardel
- Viaje a Rusia
- Marc, la sucia rata
- El misterio del planeta de los gusanos
- Los pterodáctilos
- Y al tercer año resucitó
- Informe sobre Moscú
- El duelo
- La caza
- Dictadoras
- El hombre que corrompió Hadleyburg
- Corazón de perro
- El extranjero
- 40
- Mentiras fundamentales de la Iglesia católica
- Diario secreto de María Antonieta
- Los egipcios
- El infierno de los jemeres rojos
- El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco
- La batalla de los libros
- Desertores
- La Biblia del ateo
- La intrusa
lunes, 20 de octubre de 2014
RAMET: Ficciones radiofónicas
El microrrelato trata sobre un soldado francés que huye del ejército español. Comienza con el despertar del soldado en un lugar no especificado por el locutor. El soldado, incrédulo de que se encontraba vivo, comienza a huir por el bosque, intentando evitar al ejército español, el cual llevaba tres días persiguiéndole. Había abandonado a manos de los bandoleros a un polaco, el cual sería fruto de las torturas antes de morir. Tras dejar a su caballo malherido, descanso en un cerro. Lo único que le mantenía la esperanza era que a pocos kilómetros se encontraba su campamento.
A la mañana siguiente emprendió el viaje rumbo a su base. Cansado, avistó a lo lejos un grupo de hombres. Intuyó que serían los españoles. Para evitar ser torturado, sacó su navaja y se la clavó en el pecho. Antes de morir pudo observar que se trataban de soldados franceses.
Esta vez el relato va dirigido a un público totalmente diferente, por lo que la forma de narrar es más compleja. La estructura dramática que presenta este microrrelato es más compleja que la anterior, pero idéntica: el planteamiento de la situación, donde el protagonista cuenta el comienzo de su historia; el desarrollo, que es el momento en el que prospera la historia y llega al punto de máxima tensión y el cierre donde se da por concluida la trama. Por otro lado, la estructura narrativa es simple porque mantiene una organización cronológica, donde los hechos se van desarrollando de forma lineal. Por último, la estructura expositiva se basa en el monólogo donde se narra la aventura del soldad en tercera persona.
En este microrrelato, la música es un elemento importante en el desarrollo del microrrelato ya que está presente durante toda su duración, sin embargo, los ritmos cambian según se esté contando la introducción, el desarrollo o el final. La tensión del relato aumenta progresivamente hasta el final. Además podemos destacar la carencia de efectos sonoros en esta ficción. Sin embargo esta carencia se suple con una descripción por parte del autor muy completa, que coloca en el lugar al oyente pero no indica en qué lugar se encuentra.
David RAMET, Ficciones radiofónicas.
BRADBURY: Al final de cada jornada el menor esfuerzo significa una especie de victoria
Debemos alzar las armas cada día, sin excepción, sabiendo quizá que la batalla no se puede ganar del todo, y que debemos librar, aunque más no sea, un flojo combate. Al final de cada jornada el menor esfuerzo significa una especie de victoria. Acuérdense del pianista que dijo que si no practicaba un día, lo advertiría él; si no practicaba durante dos, lo advertirían los críticos, y que al cabo de tres días se percataría la audiencia. Hay de esto una variante válida para los escritores. No es que en esos pocos días se vaya a fundir el estilo, sea lo que fuere. Pero el mundo le daría alcance a uno, e intentaría asquearlo. Si no escribiese todos los días, uno acumularía veneno y empezaría a morir, o desquiciarse, o las dos cosas. Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya. Porque escribir facilita las recetas adecuadas de verdad, vida y realidad, que permiten comer, beber y digerir sin hiperventilarse y caer en la cama como un pez muerto.
Ray BRADBURY, Zen en el arte de escribir, Minotauro, Barcelona, 1995.
domingo, 19 de octubre de 2014
RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: Estrujando la nariz
Día 290
Julián RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Investigaciones en el Tercer Planeta, Esplandián Editores, Madrid, 1999.
11.45 El espécimen que ahora estoy investigado (Rsn-75) permanece toda la mañana en su oficina, escribiendo en un aparato muy primitivo que los terrícolas llaman ordenador personal. Puedo comprobar que Rsn-75 no muestra mucha destreza tecleando: sólo utilizaba dos dedos.Velocidad de 30 palabras por minuto.
18.50 Rsn-75 sale del trabajo. Por lo que le he podido entender –ha intercambiado crípticos mensajes con Mrd-75–, se dirige a lo que los terrícolas llaman salón de belleza. Pensé que querría cortarse el pelo –lo tiene muy largo–, pero mi hipótesis se demostró equivocada.
19.00 Rsn-75 entra en una minúscula habitación donde una operaria comienza a masajearle la cara. Luego, la misma operaria pasa a estrujarle la nariz. Rsn-75 hace gestos de dolor, pero no dice nada ni se queja. Finalmente, la operaria le cubre de engrudo la cara y la deja sola.
No sé exactamente el objetivo de todo esto. Los terrícolas tienen una expresión (“tocar las narices”), que viene a significar molestar al prójimo. Quizá el sujeto Rsn-75 esté tratando de desarrollar una mayor resistencia al tocamiento de su nariz. Me parece una buena explicación. Lástima que nosotros, los habitantes del planeta Mlob, carezcamos de esa extraña protuberancia facial.
No es país para maltratadores
Cuando regresé, Molly le había colocado a la muchacha unas tiritas en la rodilla. Seguía sentada en el mismo sitio en que la había dejado.
–¿No ha podido dormirse?
–No, sheriff, no quería dormirse –respondió Molly.
–¿Y sus padres?
–Su padre ha dicho que no vendrá a recogerla.
Comprendí.
Fui al servicio y me lavé las manos. El chico no se había defendido, por lo que no le golpeé mucho. Sólo lo suficiente para que no olvidara aquella noche jamás. Sus amigos, que cuando llegué estaban riéndose de sus hazañas, se limitaron a mirarme cuando le di la paliza. Nadie dijo nada. Aquella era una lección que no enseñaban en la escuela y, probablemente, tampoco en sus casas. En cualquier caso, tenía los nudillos enrojecidos. Pensé que llegaría el momento en que sería muy viejo para este trabajo. Algún chico algún día me haría frente.
–Vamos –le dije a la muchacha–. Te llevaré a casa.
Recorrimos las cinco millas en silencio. Quizá debí decirle algo, pero me sentía cansado. La muchacha sólo habló una vez, cuando me indicó que tenía coger el cruce de Falcon Pass para llegar a su casa.
Las luces estaban apagadas. Sin embargo, cuando paré el coche, la puerta se abrió. En el porche vi dos figuras. La madre echó a correr hacia el coche. Abrió la puerta del acompañante y se llevó a su hija adentro. El padre era diez años más joven que yo, pero parecia un anciano. Tendría que hablar con él. Sería lo más duro de la noche.
miércoles, 1 de octubre de 2014
Libros de septiembre
- Anábasis
- El Cercano Oriente
- El busto del emperador
- El precio del paraíso
- Los lenguajes perdidos
- La familia de Pascual Duarte
- Historia de China en el siglo XIX
- Poltava. La batalla que conmocionó Europa
- El crimen que desató la Guerra Civil
- Cuadernos americanos
- Memoria viva de la transición
- En la corte de Ronnie
- El buitre
- Misterios de la historia
- Podemos. Deconstruyendo a Pablo Iglesias
- El informe de Brodie
- Diez veces siete
- El Imperio romano
- El libro de los abrazos
- Las 101 cagadas del español
- La República romana
- Los griegos
- Platón y el ornitorrinco
- Las voces de Marrakesh
- Las mujeres que no amaban a los hombres
- Diario de Petter Moen
- Una novela francesa
- Bartleby, el escribiente
- Constantinopla. El imperio olvidado
- Miramientos
- La batalla
- El agente Zigzag
- La sombra del águila
- Historia de las cosas
lunes, 29 de septiembre de 2014
miércoles, 24 de septiembre de 2014
lunes, 8 de septiembre de 2014
MOEN: Nunca he sido feliz
Hoy cumplo 43 años. He desperdiciado mi vida y me merezco el castigo que ahora me inflige una mano injusta. Hoy deambulo en mis pensamientos por las afueras de la cuestión de la felicidad. Nunca en mi vida he sido feliz —ni un solo día. Pero he sido infeliz muchas veces —hasta el borde del suicidio.
A partir de ahora buscaré la felicidad. ¿Tal vez exista en la fe —en el sacrificio? No tengo fe, pero pido fe. Extraño. ¡¡Extraño me resulta que este sea yo!! ¿Hacia dónde se encamina esto?
Con un arrepentimiento amargo y doloroso tengo que reconocer que he vivido increíblemente mal. Todo lo he malgastado: el tiempo —el dinero — la confianza — las capacidades — el amor de madre y padre y Bella. He arrasado con todos los valores morales y materiales.
Estoy a punto de decirme a mí mismo: ahora vas a pagar por ello. Hasta a q u í has tenido que llegar para comprenderlo. Inclínate ahora en silencio y no te quejes. Pero no serían más que palabras. T e n g o que quejarme por mi penuria. T e n g o que mantener una esperanza en el futuro. T e n g o que creer que esto no es el último capítulo.
Petter MOEN, Diario, Veintisiete Letras, Madrid, 2009.
lunes, 1 de septiembre de 2014
Libros de agosto
- Cuaderno de Nueva York
- Movimiento perpetuo
- El busto del Emperador
- Filosofía para bufones
- La Guerra del Peloponeso (D.K.)
- ¡Qué políticos tan divertidos!
- Roswell, secreto de Estado
- Las 40 empresas que crecen en tiempos de crisis
- Policía municipal, dígame
- El adversario
- Filoctetes
- Las hemorroides de Napoleón
- La justicia no es igual para todos
- Cásate y da la vida por ella
- Qüestió de noms
- Napoleón (J.T.)
- Canto a mí mismo
- El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco
- La oveja negra y demás fábulas
- La agenda de los amigos muertos
- Maratón
- Vértigo
- El viento se llevará nuestras palabras
- Enciclopedia de las curiosidades
- La hora de los fósforos
- El artista del hambre
- Por el mar de Cortés
- Cuentos de soldados
- Falsificaciones
- Cuartetas persas
- Más rápido es el Colt
- Así en la tierra como en el infierno
- Abraza la oscuridad
- Viajes con Charley
- Poemas y canciones
- Historia universal de la infamia
- Antología de Charles Bukowski
jueves, 28 de agosto de 2014
RENARD: No serás nada
23 de noviembre. No serás nada. Por más que hagas: no serás nada. Comprendes a los mejores poetas, a los prosistas más profundos, pero aunque digan que comprender es igualar, serás tan comparable a ellos como un ínfimo enano puede compararse con gigantes. Trabajas todos los días. Te tomas la vida en serio. Crees fervorosamente en tu arte. Pero no serás nada. Eres libre, y el tiempo te pertenece. Solo tienes que querer. Pero te falta poder. No serás nada. Llora, grita, agárrate la cabeza con las dos manos, espera, desespera, reanuda la tarea, empuja la roca. No serás nada.
Jules RENARD, Diario, Debolsillo, Barcelona, 2008.
miércoles, 13 de agosto de 2014
BUKOWSKI: No hay derrota posible en la escritura
Nada impediría a un hombre escribir a menos que ese hombre se lo impida a sí mismo. Si un hombre desea verdaderamente escribir, lo hará. El rechazo y el ridículo no harán más que fortalecerle. Y cuanto más tiempo se le reprima, más fuerte se hará, como una masa de agua que se acumula contra una presa. No hay derrota posible en la escritura; hará que rían los dedos de tus pies mientras duermes; te hará dar zancadas de tigre; te encenderá los ojos y te pondrá cara a cara con la Muerte. Morirás como un luchador, serás honrado en el infierno. La suerte de la palabra. Ve con ella, envíala. Sé el payaso en la oscuridad. Es divertido. Es divertido. Otra línea más…
Charles BUKOWSKI, El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Anagrama, Barcelona, 2002
Charles BUKOWSKI, El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Anagrama, Barcelona, 2002
martes, 12 de agosto de 2014
Qassam
Lanza cohetes
que vuelan al azar,
que no caen en ningún lado.
Esperanzado, lanza cohetes inútiles.
Mil, cinco mil cohetes ha lanzado.
Sólo unas pocas victorias ha logrado,
minúsculas, estériles, sangrientas.
Vanamente, sigue lanzando sus cohetes,
como yo sigo lanzando los míos.
Sigue soñando la victoria.
También yo sigo soñando la mía.
que vuelan al azar,
que no caen en ningún lado.
Esperanzado, lanza cohetes inútiles.
Mil, cinco mil cohetes ha lanzado.
Sólo unas pocas victorias ha logrado,
minúsculas, estériles, sangrientas.
Vanamente, sigue lanzando sus cohetes,
como yo sigo lanzando los míos.
Sigue soñando la victoria.
También yo sigo soñando la mía.
domingo, 10 de agosto de 2014
La habitación cerrada
El ruido despierta a Julio. Una voz masculina sale de la habitación contigua a la suya, la habitación cerrada. El niño se limita a echarse las sábanas por encima de la cabeza y trata de dormirse de nuevo. Tiene miedo, pues sabe que está solo en el piso: su madre le avisó de que volvería tarde. El ruido continúa. Julio se da cuenta de que está temblando.
La habitación cerrada siempre ha constituido un enigma para él. Pocas veces se ha atrevido a preguntarle a su madre qué hay allí. Cuando lo ha hecho, ella se ha limitado a decirle que no puede entrar, que está prohibido entrar en esa habitación, que es peligroso.
En ocasiones, Julio ha tenido que tirar o regalar a sus primos juguetes porque ya no le cogían en el dormitorio. Una vez le preguntó a su madre por qué no podía guardarlos en la habitación cerrada. Bastó la feroz mirada de ella para que Julio adivinara la respuesta. A pesar de que viven en un piso minúsculo, aquella habitación es como si no existiera.
Sin embargo, su madre pasa las horas allí dentro. Julio sabe que está en la habitación prohibida porque a través del tabique la escucha hablar. Habla durante horas y horas, aunque Julio, por mucho que aplica el oído a la pared, no consigue entender lo que dice.
El niño sigue oculto debajo de las sábanas por un rato. De pronto escucha de nuevo la voz. Más fuerte. Lastimera. Julio se pregunta quién puede ser. Por fin le vence la curiosidad.
Sale al pasillo y se sorprende de encontrar entreabierta la puerta de la misteriosa habitación. Una luz deslumbrante sale de su interior. Julio duda un instante. Por fin abre la puerta.
El bic naranja
El bic naranja
viernes, 1 de agosto de 2014
Libros de julio
- Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza
- La niña en rebajas
- Me
- El general Della Rovere
- Nevaba
- Los 100
- Antología (Raymond Carver)
- El fútbol a sol y sombra
- El cine según Hitchcock
- Las montañas de la luna
- Espejos
- El túnel
- Panfleto antipedagógico
- Todo lo que era sólido
- ¡Submarinos!
- Diario emprendedor
- España en los diarios de mi vejez
- La maleta
- Eastwood. Avatares del último cineasta clásico
- Mil cretinos
- La imbecilidad minuciosa
- La vida no es fácil, papi
- Confucio en 90 minutos
- Enterrad mi corazón en Wounded Knee
- El porqué de las cosas
- Tres rosas amarillas
- Un tronar de tambores
- Hollywood Babilonia
- Catedral
- Sam Peckinpah. Hermano perro
- Las tres Españas del 36
- El anillo de Tolkien
- El planeta americano
jueves, 31 de julio de 2014
CASTRO: Felicidad
A veces escribo de puta madre.
Y estoy contenta de mí misma
por hacerlo,
por volver a leer lo escrito
y que me guste.
A veces creo que soy
como me gustaría ser.
Exactamente así.
A veces siento
que los que me quieren
me quieren de verdad,
por mí misma,
por mis defectos,
conociéndome
y aún queriéndome.
Y me lo creo todo
y soy feliz
algo así como tres
o cuatro minutos.
Mercedes CASTRO, La niña en rebajas, Esquío, Ferrol, 2001.
Y estoy contenta de mí misma
por hacerlo,
por volver a leer lo escrito
y que me guste.
A veces creo que soy
como me gustaría ser.
Exactamente así.
A veces siento
que los que me quieren
me quieren de verdad,
por mí misma,
por mis defectos,
conociéndome
y aún queriéndome.
Y me lo creo todo
y soy feliz
algo así como tres
o cuatro minutos.
Mercedes CASTRO, La niña en rebajas, Esquío, Ferrol, 2001.
miércoles, 30 de julio de 2014
BUKOWSKI: The Genius Of The Crowd
There is enough treachery, hatred violence absurdity in the average
human being to supply any given army on any given day
and the best at murder are those who preach against it
and the best at hate are those who preach love
and the best at war finally are those who preach peace
those who preach god, need god
those who preach peace do not have peace
those who preach peace do not have love
beware the preachers
beware the knowers
beware those who are always reading books
beware those who either detest poverty
or are proud of it
beware those quick to praise
for they need praise in return
beware those who are quick to censor
they are afraid of what they do not know
beware those who seek constant crowds for
they are nothing alone
beware the average man the average woman
beware their love, their love is average
seeks average
but there is genius in their hatred
there is enough genius in their hatred to kill you
to kill anybody
not wanting solitude
not understanding solitude
they will attempt to destroy anything
that differs from their own
not being able to create art
they will not understand art
they will consider their failure as creators
only as a failure of the world
not being able to love fully
they will believe your love incomplete
and then they will hate you
and their hatred will be perfect
like a shining diamond
like a knife
like a mountain
like a tiger
like hemlock
their finest art
Charles BUKOWSKI, The Genius Of The Crowd.
lunes, 28 de julio de 2014
MARTIN: We should never forget about our true passion
Needless to say, we all have to make the best of the opportunities that come our way, but we should never forget about our true passion. If in the deepest part of yourself you feel that you are a poet, regardless of whether you are a doctor or an accountant, you shouldn’t stop writing your poetry. On the contrary: It is important to remember that what you do and what you are are not always the same thing. Both are part of life, part of the same journey. If you don’t try to do what you are really passionate about, you will never make your dreams come true. You may have lots of things, like beautiful houses or fancy cars. You may find love and have a family that adores you. You can have all that and a lot more. But if you are a poet, and you don’t write poems, how will you win the award for poetry that you have always dreamed of? If you don’t cultivate your passion, you will always feel a void. You will always feel that something is missing. I am not saying that you have to leave your work and write poems twenty-four hours a day, but each and every one of us should always try as hard as possible to never abandon our dreams.
Ricky MARTIN, Me, Celebra, Toronto, 2010.
viernes, 25 de julio de 2014
domingo, 20 de julio de 2014
Los desastres de la guerra
jueves, 17 de julio de 2014
martes, 15 de julio de 2014
DOVLÁTOV: Roban y cada año roban más
—En resumen, ¿qué ocurre en la patria?
Karamzin ni siquiera necesitó dos palabras.
—Roban —fue su respuesta…
En verdad, roban. Y cada año roban más.
De la sala de despiece se llevan cuartos de ternera. De la fábrica textil, la hilaza. De la fábrica de proyectores de cine, las lentes.
Se lo llevan todo: mosaicos, yeso, polietileno, motores eléctricos, pernos, tornillos, válvulas electrónicas, hilos, vidrio.
Con frecuencia, todo esto adopta un carácter metafísico. Hablo de robos misteriosos, sin objetivo lógico conocido. Estoy seguro de que eso solo tiene lugar en el estado ruso.
Conocí a un hombre delicado, noble, educado, que robó de su empresa un cubo de mezcla de cemento. Por el camino, la mezcla se endureció, como era de esperar. El ladrón abandonó aquella piedra no lejos de su casa.
Otro de mis amigos rompió la cerradura de un punto de agitación. Se llevó una urna electoral. La escondió en su casa y se tranquilizó. El tercero de mis conocidos se llevó un extintor. El cuarto robó del despacho de su jefe un busto de Paul Robeson. El quinto, un anuncio callejero. El sexto, un pupitre de un club de aficionados a la música.
Serguéi DOVLÁTOV, La maleta, RBA, Barcelona, 2012.
miércoles, 9 de julio de 2014
lunes, 7 de julio de 2014
BELLAH: Atajos
Al mayor le quedan menos años de vida de los que ya ha vivido, y cuando ese conocimiento se revela en la mente de un hombre, éste puede desmoronarse fácilmente. Por tanto, debe apresurarse, ya que se le acorta el tiempo. Debe buscar atajos. Y al buscarlos puede arruinar la validez de sus decisiones, la fuerza de sus decisiones. Sólo alguien de sólido carácter y con un fino sentido del equilibrio puede enfrentarse a los escasos años que van reduciéndose ante él y encaminarse hacia ellos con indiferente valentía, hasta el final.
James Warner BELLAH, Un tronar de tambores, Valdemar, Madrid, 2012.
sábado, 5 de julio de 2014
AZA: La confesión
–¡Señor cura! ¡Señor cura!
¿Qué tendré en mi corazón,
que a veces siento dulzura
y otras tanta agitación?
¿Qué tendré que el alma mía
ríe y llora sin cesar,
y a veces siento alegría
y otras me mata el pesar?
¿Qué tendré, que aquí en las sienes
llega el calor a abrasarme?...
–¡Hija mía, lo que tienes
es ganas de fastidiarme!
Vital AZA, La confesión.
¿Qué tendré en mi corazón,
que a veces siento dulzura
y otras tanta agitación?
¿Qué tendré que el alma mía
ríe y llora sin cesar,
y a veces siento alegría
y otras me mata el pesar?
¿Qué tendré, que aquí en las sienes
llega el calor a abrasarme?...
–¡Hija mía, lo que tienes
es ganas de fastidiarme!
Vital AZA, La confesión.
jueves, 3 de julio de 2014
martes, 1 de julio de 2014
Libros de junio
- Historia de Roma
- Historias de Roma
- The Civil War for Dummies
- Tantos mundiales, tantas historias
- Ancient Persia. A Concise History
- La historia del señor Sommer
- El puente Pegasus
- La historia secreta del Día-D
- Economía para andar por casa
- A History of Middle East
- Si me necesitas, llámame
- El sha o la desmesura del poder
- Los amotinados de la Bounty
- Servicio completo
- Cizaña del lenguaje. Diccionario de disparates
- Indian Country
- El árbol del ahorcado
- El suplicio de las moscas
- Historias de Roma
- The Civil War for Dummies
- Tantos mundiales, tantas historias
- Ancient Persia. A Concise History
- La historia del señor Sommer
- El puente Pegasus
- La historia secreta del Día-D
- Economía para andar por casa
- A History of Middle East
- Si me necesitas, llámame
- El sha o la desmesura del poder
- Los amotinados de la Bounty
- Servicio completo
- Cizaña del lenguaje. Diccionario de disparates
- Indian Country
- El árbol del ahorcado
- El suplicio de las moscas
lunes, 30 de junio de 2014
DE MELLO: Los expertos
Un hombre a quien se consideraba muerto fue llevado por sus amigos para ser enterrado. Cuando el féretro estaba a punto de ser introducido en la tumba, el hombre revivió inopinadamente y comenzó a golpear la tapa del féretro. Abrieron el féretro y el hombre se incorporó. "¿Qué estáis haciendo?", dijo a los sorprendidos asistentes. "Estoy vivo. No he muerto."
Sus palabras fueron acogidas con asombrado silencio. Al fin, uno de los deudos acertó a hablar: "Amigo, tanto los médicos como los sacerdotes han certificado que habías muerto. Y ¿cómo van a haberse equivocado los expertos?". Así pues, volvieron a atornillar la tapa del féretro y lo enterraron debidamente.
Anthony DE MELLO, El canto del pájaro, Sal Terrae, Santander, 1982.
CANETTI: Alegría por las subidas de los precios
Se pasea por las calles de la ciudad, mira todos los escaparates y se siente feliz porque todo es más caro. Objetos que antes le eran indiferentes ahora le incitan a la compra. Le preocupa que todo pueda abaratarse de repente, antes de haber podido comprarlos caros. Sonríe a los vendedores, que se avergüenzan y que, en cualquier caso, le miran con una mirada culpable o descarada. El les anima: ¡más! ¡subidlos más! ¿No lo habría más caro? Pero no le entienden y creen que busca algo de mejor calidad. Le gustaría estar presente cuando suban los precios, siempre ocurre a sus espaldas, de noche, cuando las tiendas están cerradas.
Elias CANETTI, El suplicio de las moscas, Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1994.
domingo, 29 de junio de 2014
NAUJNAS: La crema de cacao
Adiviritió que había girado un bote para que ella no viera de qué se trataba. Fingió no haberse dado cuenta y regresó a la habitación de estar sin decir nada. Él abrió la botella de vino mientras ella terminaba de preparar los aperivos. Sólo entonces comenzaron a ver la película. Ella, empero, no podía dejar de pensar en aquel bote. No paraba de preguntarse qué contendría. ¿Por qué había intentado él esconderlo? Intentó concentrarse en la película, pero era tan aburrida como casi todas las que a él le gustaban. Ya se había acostumbrado a permanecer horas y horas sentada, soportando el suplicio, fingiendo interés.
Sin esperar ninguna respuesta, detuvo la imagen, se levantó y salió. Cuando escuchó cerrarse la puerta del baño, ella se incorporó y, después de escuchar los ruidos que él hacía, se dirigió a la cocina. Allí abrió la nevera. Miró el bote. Crema de cacao con avellanas. Estaba medio vacío. Regresó rápidamente al sofá y se echó un largo trago de vino. ¿Eso es lo que él trataba de ocultarle…? ¿Qué más secretos tendría?
–Está muy bien, ¿no?
Ella asintió sin decir nada.
Odic NAUJNAS, La crema de cacao.
sábado, 28 de junio de 2014
JOHNSON: Los diversos hombres que había encarnado
Pasados los años, Ranse Foster pensaba en los diversos hombres que había encarnado. No admiraba mucho a ninguno de ellos. No se avergonzaba para nada de la persona en que finalmente se convirtió, salvo en que esta le debía demasiadas cosas a otros. Una de las identidades que impostó en su juventud fue la de un estudiante serio, diligente y crédulo. También fingió ser un tipo inquieto y sin metas. Se marchó al Oeste con dos mil dólares de su peculio tras haber disputado con el albacea de su padre. Aquella encarnación no duró mucho. Liberty Valance le azotó con una fusta y le golpeó hasta dejarlo inconsciente, sin más razón que Liberty, al encontrarle y reconocerle como novato, pudo hacerlo así. Aquel hombre murió en la pradera. Después de él, se transformó en el individuo que puso el cebo que iba a atraer a Liberty Valance a Twotrees.
Ranse Foster nunca había odiado a nadie hasta que conoció a Liberty Valance, pero Liberty no fue el último hombre al que aprendió a odiar. También detestaba a la persona en que se convirtió mientras esperaba volver a encontrarse con Liberty.
Dorothy M. JOHNSON, Indian Country, Valdemar, Madrid, 2013.
viernes, 27 de junio de 2014
jueves, 26 de junio de 2014
DE MELLO: Ricos
El marido: "¿Sabes, querida? Voy a trabajar duro y algún día seremos ricos".
La mujer: "Ya somos ricos, querido. Nos tenemos el uno al otro. Tal vez algún día también tengamos dinero".
Anthony DE MELLO, El canto del pájaro, Sal Terrae, Santander, 1982.
La mujer: "Ya somos ricos, querido. Nos tenemos el uno al otro. Tal vez algún día también tengamos dinero".
Anthony DE MELLO, El canto del pájaro, Sal Terrae, Santander, 1982.
miércoles, 18 de junio de 2014
LINDO: Aprender a decir no
Me he pasado un año pagándole al psicólogo un dineral para aprender a decir no, y ahora digo que no a todo, hasta a cosas que me apetecerían bastante.
Elvira LINDO, El mundo es un pañuelo. Tinto de verano 2, Santillana, Madrid, 2002.
sábado, 17 de mayo de 2014
domingo, 4 de mayo de 2014
GUTIÉRREZ: El madridista que puso en pie al Camp Nou
El Madrid, a ocho puntos, necesitaba ganar aquel partido para recortar distancias. Y pese a la enorme diferencia futbolística mostrada entre ambos equipos a lo largo del curso, hizo méritos para conseguirlo. Laudrup adelantó al Barcelona en la primera parte, pero Butragueño empató poco después. Mediada la segunda mitad, cuando todo estaba por decidir, apareció Spasić. Él nunca podrá olvidarlo: "Todo cambió en mi vida tras aquel partido. Fue terrible para mí".
Eusebio cuelga un centro desde la derecha. Nando y Maqueda saltan para cabecear, pero ninguno alcanza la pelota. Tampoco el portero Jaro, que amaga la salida y acaba en el suelo. La meta está desguarnecida, pero no importa, porque en el segundo palo está Spasić completamente solo para despejar el peligro. O eso parecía. Para asombro de todos, Spasić improvisa un escorzo y acomoda la cabeza para poner, no sin cierto mérito, el balón dentro de su portería.
Durante unos segundos, mientras el estadio entero rugía, Spasić se quedó inmóvil, con una rodilla flexionada y la otra clavada en el suelo. Posiblemente aprovechó la postura para implorar a la tierra que le tragara allí mismo, al borde del área chica.
Miguel GUTIÉRREZ, Parecía un buen fichaje, Córner, Barcelona, 2013.
jueves, 24 de abril de 2014
YOURCENAR: En los peores momentos
En los peores momentos de desaliento y de atonía, iba a ver en el hermoso Museo de Hartford (Connecticut) una hermosa tela romana de Canaletto: el Panteón ocre y dorado recortándose contra un cielo azul, al final de una tarde de verano. Después de contemplarla, me sentía más serena y reconfortada.
Marguerite YOURCENAR, Cuadernos de notas a las Memorias de Adriano, Círculo de Lectores, Barcelona, 1988.
Marguerite YOURCENAR, Cuadernos de notas a las Memorias de Adriano, Círculo de Lectores, Barcelona, 1988.
martes, 15 de abril de 2014
jueves, 3 de abril de 2014
BUKOWSKI: Azul
Aquel tipo de la bata se acercó y me entregó una tarjeta. Leí: LABORATORIO DE ANÁLISIS MENGELE, o algo así.
–Veo que es usted bebedor –me dijo, señalando mi carga de botellas de cerveza y el whisky.
Iba a aullarle que se metiera en sus asuntos, pero siguió hablando.
–Estamos realizando un estudio muy serio. Intentamos conseguir una pastilla para luchar contra la dipsomanía.
–¿La dipsoqué?
–La tendencia a beber que tiene alguna gente.
Iba a mandarle a la mierda cuando añadió que pagaban cincuenta pavos a la semana por tomarme unas pastillas. Sólo eso. No sé si aquellas putas pastillas me curarían la dipsoquesea, pero al menos me financiarían la bebida: Johnny, el de la licorería, ya no me fiaba.
Fuimos a una furgoneta y el hombre me entregó un bote lleno de pastillas naranjas.
–Tiene que tomarse tres cada día y entonces pasarse por la clínica.
Había allí una enfermera con unas buenas piernas. Me gustaría acariciarle el nailon. Quizá lo hiciera.
–¿Y los cincuenta pavos?
Me entregó veinticinco y me dijo que el resto me lo darían en la clínica.
–¿Cuál es su nombre?
–Booker T. Jackson.
La muchacha me miró con extrañeza.
–Mi padre estaba a favor de los derechos de los negros y todas esas mierdas. Me cambiaría el nombre si tuviera tiempo de ir al registro.
Le tiré el carné de conducir que le había arrancado a aquel negro del ferrocarril. Aquello pareció contentarle.
Fui a casa y abrí una cerveza. Me tomé una pastilla. No estaba mala. Puse a Mahler en la radio y me tendí en el sillón. Podría estar tirado allí durante cuatro días.
El sexto día me acordé de la clínica. Me debían veinticinco dólares. El bote tendría todavía unas doce o trece pastillas: me las había ido tomando cuando me dejaba la borrachera. Me las metí en la boca y ayudé a introducirlas con un sorbo de whisky.
La maldita clínica estaba al otro lado de la ciudad. Pasé más de dos horas en nueve autobuses, hasta que uno me dejó a siete manzanas. Cuando faltaban tres manzanas, comenzó a llover. El sol salió cuando llegaba a la puerta.
Entregué en recepción el papel que me había dado el doctor Mengele y me metieron en una habitación. Una enfermera gorda me sacó algo así como medio litro de sangre.
–¿Ha notado alguna reacción extraña?
–No.
–¿Ha seguido con sus hábitos?
¿Qué cojones quería decir?
–¿Sigue bebiendo, señor Jackson?
–Sí.
Me entregó un bote lleno de pastillas negras. Aquello tenía mala pinta.
–Tiene que tomar estas una vez al día. Venga dentro de dos semanas.
–¿Dónde está mi pasta?
–¿Qué?
–El dinero. Me dijeron que eran cincuenta a la semana.
–Vaya a recepción.
Sí, allí me entregaron los veinticinco que ya me había ganado y otros cincuenta. Aquella chica de recepción sí que estaba bien.
–¿Dónde está la enfermera que iba con Mengele? –le pregunté.
Me miró sin responder. Me imaginé pasar un día con las dos. Me entregó un nuevo papel y salí. Otra vez estaba lloviendo.
Cuando conseguí llegar al piso, estaba cargado de cervezas, whisky. Trataría de pasar la semana encerrado. Me tomé una de las pastillas negras y luego eché un trago de cerveza. Sabía a rayos. Era como si hubieran licuado basura. Vomité. Sorbí un poco de whisky y me di cuenta de que podía tragarlo. No sabía a whisky, sabía a aguarrás, pero al menos me lo podía beber.
La enfermera gorda me había dicho que los análisis de sangre eran para acreditar que me hubiera tomado las pastillas y comprobar los efectos. Por eso seguí tomando las malditas píldoras negras. Poco a poco conseguí tomar cerveza sin tener que ir a vomitar y pronto me acostumbre a aquel sabor a podrido.
Siete y ocho días después, cuando fui al cuarto de baño, me di cuenta de había cagado una mierda azul, azul celeste, que casi brillaba. No podía creérmelo. He visto muchas cosas en mi vida, pero nunca una mierda azul.
Fui a la tienda del señor Lee y llamé a la clínica. Me acabaron poniendo con el propio doctor Mengele.
–¿Qué cojones me están dando? ¡Hoy he cagado azul!
La señora Lee me miraba asustada. Yo seguí gritándole a Mengele durante un rato. Finalmente me dijo que comprara en la farmacia un bote de muestras y que le llevara un poco de mi mierda azul.
–Un bote de muestras –me repitió.
Aquello sería fácil. Sabía donde encontrar uno. Vi a Harry por la calle y le quité su bote de muestras. Siempre llevaba consigo el puto bote. Lo vacíe de los meados de Harry y fui a mi casa. No tenía ganas de cagar.
Me tragué tres pastillas negras y comencé a beber cerveza. De madrugada me entraron unas ganas tremendas. Me golpeé con todos los muebles de la casa, busqué el puto bote de muestras y al final lo encontré caído en el suelo. Lo llené de una buena muestra de mierda azul celeste.
Después, en la cama, pensé que quizá me había engañado el doctor Mengele. Estaba experimentado con pastillas para colorear mierdas. Los excrementos marrones están muy vistos. Las mujeres, lo mismo que se pintaban las uñas, el pelo o los labios, podrían elegir el color de sus mierdas. Aquello haría millonario al maldito Mengele.
A la mañana siguiente conseguí llegar a la clínica tomando sólo seis autobuses, que me dejaron a dos manzanas de distancia.
–Busco a Mengele –le ladré a la recepcionista–. ¿Dónde está Mengele?
Me acompañó a su despacho. Le di el bote de muestras y lo tomó como si fuera un tesoro. El doctor Mengele lo puso encima de la mesa, lo abrió y comenzó a tocarlo con uno de esos palos que utilizan los médicos para sujetarte la lengua. Allí estaba la enfermera joven del primer día, con una minifalda aún más corta, y la enfermera gorda que me había sacado sangre.
–Muy interesante –dijo el doctor Mengele–, muy interesante.
Todos miraban con curiosidad el bote lleno de mierda azul. Era como si hubieran encontrado oro en un río de Alaska.
–Veo que es usted bebedor –me dijo, señalando mi carga de botellas de cerveza y el whisky.
Iba a aullarle que se metiera en sus asuntos, pero siguió hablando.
–Estamos realizando un estudio muy serio. Intentamos conseguir una pastilla para luchar contra la dipsomanía.
–¿La dipsoqué?
–La tendencia a beber que tiene alguna gente.
Iba a mandarle a la mierda cuando añadió que pagaban cincuenta pavos a la semana por tomarme unas pastillas. Sólo eso. No sé si aquellas putas pastillas me curarían la dipsoquesea, pero al menos me financiarían la bebida: Johnny, el de la licorería, ya no me fiaba.
Fuimos a una furgoneta y el hombre me entregó un bote lleno de pastillas naranjas.
–Tiene que tomarse tres cada día y entonces pasarse por la clínica.
Había allí una enfermera con unas buenas piernas. Me gustaría acariciarle el nailon. Quizá lo hiciera.
–¿Y los cincuenta pavos?
Me entregó veinticinco y me dijo que el resto me lo darían en la clínica.
–¿Cuál es su nombre?
–Booker T. Jackson.
La muchacha me miró con extrañeza.
–Mi padre estaba a favor de los derechos de los negros y todas esas mierdas. Me cambiaría el nombre si tuviera tiempo de ir al registro.
Le tiré el carné de conducir que le había arrancado a aquel negro del ferrocarril. Aquello pareció contentarle.
Fui a casa y abrí una cerveza. Me tomé una pastilla. No estaba mala. Puse a Mahler en la radio y me tendí en el sillón. Podría estar tirado allí durante cuatro días.
El sexto día me acordé de la clínica. Me debían veinticinco dólares. El bote tendría todavía unas doce o trece pastillas: me las había ido tomando cuando me dejaba la borrachera. Me las metí en la boca y ayudé a introducirlas con un sorbo de whisky.
La maldita clínica estaba al otro lado de la ciudad. Pasé más de dos horas en nueve autobuses, hasta que uno me dejó a siete manzanas. Cuando faltaban tres manzanas, comenzó a llover. El sol salió cuando llegaba a la puerta.
Entregué en recepción el papel que me había dado el doctor Mengele y me metieron en una habitación. Una enfermera gorda me sacó algo así como medio litro de sangre.
–¿Ha notado alguna reacción extraña?
–No.
–¿Ha seguido con sus hábitos?
¿Qué cojones quería decir?
–¿Sigue bebiendo, señor Jackson?
–Sí.
Me entregó un bote lleno de pastillas negras. Aquello tenía mala pinta.
–Tiene que tomar estas una vez al día. Venga dentro de dos semanas.
–¿Dónde está mi pasta?
–¿Qué?
–El dinero. Me dijeron que eran cincuenta a la semana.
–Vaya a recepción.
Sí, allí me entregaron los veinticinco que ya me había ganado y otros cincuenta. Aquella chica de recepción sí que estaba bien.
–¿Dónde está la enfermera que iba con Mengele? –le pregunté.
Me miró sin responder. Me imaginé pasar un día con las dos. Me entregó un nuevo papel y salí. Otra vez estaba lloviendo.
Cuando conseguí llegar al piso, estaba cargado de cervezas, whisky. Trataría de pasar la semana encerrado. Me tomé una de las pastillas negras y luego eché un trago de cerveza. Sabía a rayos. Era como si hubieran licuado basura. Vomité. Sorbí un poco de whisky y me di cuenta de que podía tragarlo. No sabía a whisky, sabía a aguarrás, pero al menos me lo podía beber.
La enfermera gorda me había dicho que los análisis de sangre eran para acreditar que me hubiera tomado las pastillas y comprobar los efectos. Por eso seguí tomando las malditas píldoras negras. Poco a poco conseguí tomar cerveza sin tener que ir a vomitar y pronto me acostumbre a aquel sabor a podrido.
Siete y ocho días después, cuando fui al cuarto de baño, me di cuenta de había cagado una mierda azul, azul celeste, que casi brillaba. No podía creérmelo. He visto muchas cosas en mi vida, pero nunca una mierda azul.
Fui a la tienda del señor Lee y llamé a la clínica. Me acabaron poniendo con el propio doctor Mengele.
–¿Qué cojones me están dando? ¡Hoy he cagado azul!
La señora Lee me miraba asustada. Yo seguí gritándole a Mengele durante un rato. Finalmente me dijo que comprara en la farmacia un bote de muestras y que le llevara un poco de mi mierda azul.
–Un bote de muestras –me repitió.
Aquello sería fácil. Sabía donde encontrar uno. Vi a Harry por la calle y le quité su bote de muestras. Siempre llevaba consigo el puto bote. Lo vacíe de los meados de Harry y fui a mi casa. No tenía ganas de cagar.
Me tragué tres pastillas negras y comencé a beber cerveza. De madrugada me entraron unas ganas tremendas. Me golpeé con todos los muebles de la casa, busqué el puto bote de muestras y al final lo encontré caído en el suelo. Lo llené de una buena muestra de mierda azul celeste.
Después, en la cama, pensé que quizá me había engañado el doctor Mengele. Estaba experimentado con pastillas para colorear mierdas. Los excrementos marrones están muy vistos. Las mujeres, lo mismo que se pintaban las uñas, el pelo o los labios, podrían elegir el color de sus mierdas. Aquello haría millonario al maldito Mengele.
A la mañana siguiente conseguí llegar a la clínica tomando sólo seis autobuses, que me dejaron a dos manzanas de distancia.
–Busco a Mengele –le ladré a la recepcionista–. ¿Dónde está Mengele?
Me acompañó a su despacho. Le di el bote de muestras y lo tomó como si fuera un tesoro. El doctor Mengele lo puso encima de la mesa, lo abrió y comenzó a tocarlo con uno de esos palos que utilizan los médicos para sujetarte la lengua. Allí estaba la enfermera joven del primer día, con una minifalda aún más corta, y la enfermera gorda que me había sacado sangre.
–Muy interesante –dijo el doctor Mengele–, muy interesante.
Todos miraban con curiosidad el bote lleno de mierda azul. Era como si hubieran encontrado oro en un río de Alaska.
Charles BUKOWSKI, Erecciones, eyaculaciones,exhibiciones. Relatos de la locura cotidiana, Anagrama, Barcelona, 1978.
martes, 1 de abril de 2014
DE FELIPE: No hay otro libro que sea necesario leer
En 1854, el predicador metodista James B. Finley se preguntaba "si la gran multiplicación de los libros no ha tenido una tendencia maliciosa en desviar la mente de la Biblia". Este tipo de valoración se convertiría con el tiempo en una de las principales tradiciones del evangelismo, como puede comprobarse en el parlamento que Maynard Shipley, el tres veces candidato a la presidencia de los Estados Unidos, proclamó ante una reunión de adventistas en 1924: "Sería mejor destruir todos los libros que se hayan escrito y salvar únicamente los tres primeros versículos del Génesis". O como señalaba el diputado por Georgia (y hechicero imperial del Ku Klux Klan) Hiram W. Evans en aquella misma época: "Leed la Biblia: ella os enseñará cómo obrar. No hay otro libro que sea necesario leer".
Fernando DE FELIPE, Barton Fink. Estudio crítico, Paidós, Barcelona, 1999.
domingo, 30 de marzo de 2014
BORGES: Desvarío
Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos.
Jorge Luis BORGES, Ficciones, Alianza, Madrid, 2002.
Jorge Luis BORGES, Ficciones, Alianza, Madrid, 2002.
domingo, 16 de marzo de 2014
MARÍAS: Quiero tanto a esta persona que a partir de ahora prescindiré de lo que más apreciaba
En El hombre tranquilo, Wayne abraza a O’Hara y vuelve el rostro, no hacia la cámara pero sí hacia el frente. Y su mirada parece en primera instancia de tristeza, de lástima incluso. Claro está que no lo es. En seguida uno comprende el matiz: es seriedad, gravedad, acaso responsabilidad, como si se estuviera diciendo: “Ay, ahora estoy vinculado. Es lo que deseo, pero ha llegado y ya no hay vuelta atrás. Me quedaré junto a esta mujer, no le fallaré, la querré y la cuidaré. Le daré la mejor vida que pueda y a eso dedicaré mi existencia. No sólo a eso, pero eso estará por encima de todo lo demás. Y le seré incondicional”. Ya en 1952 debía de ser infrecuente ver una reacción así en la pantalla o en la realidad. Los enamorados recientes tienden a ser ligeros y se ven llevados en volandas por el entusiasmo o la pasión, y “no hacen más que ocultarse mutuamente su destino”, como escribió Rilke con penetración. En la realidad no es más raro que hace sesenta años, yo creo, pero sí en la novela o el cine, sí en el mundo representado, como si en él sólo se admitiera estar de vuelta de todo. Raro es contemplar hoy en él a quien se siente vinculado o atrapado –en el mejor sentido de esta palabra– por su propia convicción, por su disposición a no fallar, por la responsabilidad que no puede exigírsele pero que uno adquiere hacia otro por su cuenta y riesgo y su voluntad. Raro es quien se hace el propósito de ser incondicional y piensa, quizá como Wayne bajo esa tormenta: “Quiero tanto a esta persona que a partir de ahora prescindiré de lo que más apreciaba, el reino de la posibilidad”.
Javier MARÍAS, El reino de la posibilidad.
El País, domingo 16 de marzo de 2014.
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