¡Con qué ligeros pasos vas corriendo!
¡oh cómo te me ausentas, tiempo vano!
¡ay, de mi bien, y de mi ser tirano!
¿cómo tu altivo brazo voy siguiendo?
Detenerte pensé, pasaste huyendo,
te seguí, y ausentástete liviano,
te gasté a ti en buscarte, ¡oh, inhumano!
Mientras más te busque, te fui perdiendo.
Ya conozco tu furia, ya humillado,
de tu guadaña pueblo los despojos;
¡oh, amargo desengaño no admitido!
Ciego viví, y al fin, desengañado,
hecho Argos de mi mal, con tristes ojos,
huir te veo, y véote perdido.
Luis CARRILLO SOTOMAYOR