"Raras veces habló mi padre de su pasado lleno de aventuras. Sin embargo, lo hacían por él los tatuajes de sus brazos y de su cuerpo, que representaban anclas, barcos y mujeres exóticas con unas cinturas enormes, como así también sus pesadas condecoraciones de plata, que mostraban un dragón chino o un león persa."
"Creía firmemente en un futuro socialista, justo y bello."
"No te pongas triste, me consolaba mi padre. No hay nada que hacer. Somos gente de segundo clase."
"Los muchachos, como una manada de lobos, merodeábamos por todos los rincones de las granjas y de los depósitos del ejército, robando leña, patatas y conservas."
"Reaccionó contra su propia miseria y comenzaba y terminaba el día, en la escuela, propinando los más brutales castigos a sus alumnos."
"Bebía grandes cantidades de café, un café malo, negro, sin azúcar, y contaba, contaba hasta quedarse ronco."
"Solía despertarme con hambre y estaba hambriento cuando me acostaba. El hambre destruyó en mí límites entre la adolescencia y la edad viril. Una bolsa de harina tenía más valor que una vida humana."
"Recibía una pensión, pero el importe mensual no le alcanzaba para comprar una caja de fósforos."
"Más y más me convencí de que la dedicación a la labor revolucionaria era la única cosa digna de hacerse en esta vida."
"Sí, una niña. Desearía que hubiera nacido muerta."
"Me sentí como un engranaje vivo de la maquinaria del partido. Crecí tornándome más flaco, más duro, pero me sentí sublimemente feliz."
"Necesitamos hombres como él para ganar las peleas, pero después de la revolución tendremos que matarlos a balazos."
"Compañeros que vienen con sus bolsas llenas de modelos de plataformas políticas, con grandes teorías y grandes proyectos. Compañeros que huyen de los peligros; pies de palo en una nube de polvo. Compañeros que todas las mañanas exigen huevos y jamón."
Jan VALTIN, La noche quedó atrás, Seix Barral, Barcelona, 2008.