"En principio, deberíamos fusilaros a todos, pero las municiones son caras... Por tanto, Angkar va a hacer una selección para eliminar a los malos elementos por medio del trabajo y las privaciones."
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"Los jemeres rojos pensaban que los niños eran como una hoja de papel en blanco sobre la que podían escribir lo que quisieran."
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"Confesó orgullosamente todo lo que había que ocultar."
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"Poco a poco aprendí a responder correctamente a mis carceleros, a navegar sobre sus aguas turbulentas, a fingir sumisión para escapar a la muerte."
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"Nuestra resistencia física y moral consistía, esencialmente, en seguir con vida."
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"Angkar seguía prometiéndonos una vida mejor. En poco tiempo, seríamos recompensados. Y todos, de manera irracional, lo esperábamos."
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"Dicen que el ser humano cambia anter de morir: se vuelve amable y pide perdón a los que le rodean o se muestra malvado para que no le añoren."
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"Moríamos como animales y nos enterraban como animales, sin sepultura."
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"¿Qué orgullo podía quedarme, cuando llegaba a pelear por la comida de los animales con los animales?"
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"Él también había fingido tragarse lo que le habían inculcado para salvar su vida."
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"Por la carretera pasaban carretas tiradas penosamente por bueyes demacrados, cargadas de mujeres, niños y viejos tan esqueléticos como nosotros. Parecía una horda de zombis que regresaba al mundo de los vivos."
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"No tenía derecho a bajar los brazos. Debía seguir luchando. Hundí en lo más profundo de mi ser la tristeza para seguir adelante, para intentar volver a vivir con normalidad y reconstruir todo lo que esos monstruos habían demolido: en pocas palabras, para empezar de cero."
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"Su crueldad llegaba hasta el punto de consignar en los registros los detalles de las torturas infligidas a los prisioneros. Yo siempre había creído que después del nazismo esos horrores no podrían producirse."
Denise AFFONÇO, El infierno de los jemeres rojos. Testimonio de una superviviente, Libros del Asteroide, Barcelona, 2010.