Me sentí desconcertado cuando mi hija de 6 años me hizo esta pregunta: "¿Por qué hablamos del buen Dios?" A lo que yo le contesté: "Hace unas semanas tenías sarampión y ahora el buen Dios te ha curado." Pero la niña no quedó muy contenta y replicó: "Muy bien, papá, pero no te olvides de que primero él me envió el sarampión."
Viktor FRANKL, El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona, 1999.
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