El escritor la vio pasar, aprisa; y aprisa corrió tras ella y se quejó:
-¿Y nada para mí? A tantos escritores que valen menos ya los has distinguido: ¿y a mi cuándo?
La Fama, sin detenerse, miró al escritor por encima del hombro y contestó sonriéndole mientras apresuraba la carrera:
-Exactamente dentro de dos años, a las cinco de la tarde, en la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras, un estudiante abrirá el primer libro que publicaste y empezará a tomar notas para una tesis sobre tu obra. Te prometo que allí estaré.
-¡Ah, te lo agradezco mucho!
-Agradécemelo ahora, porque dentro de dos años ya no tendrás voz.