Un día le regalé a Borges, en Buenos Aires, mi novela Aquende, que es como ya le dije una gran novela. Quedará mal que lo diga yo, pero es un libro concebido musicalmente, una especie de geografía musical de la Argentina, con un intermezo y dos interludios, y cada composición con un tema específico. Bueno, le regalé el libro, y unos meses después, revisando cambalaches en la calle Corrientes me encontré este ejemplar. Lo había vendido con dedicatoria y todo. Lo compré, por cierto...
A Borges lo juzgo literariamente. Creo que tenía una especialización en literatura inglesa realmente inobjetable. Pero por lo demás, le faltaba vida. No tenía contacto humano. Ha escrito cuentos de gabinete, asépticos, de arquitectura moderna, digamos: de perfiles de aluminio y cristal. Pero en Borges no hay coito, no hay gracia, no hay conexión humana. ¿En qué cuentos de Borges encuentra usted sudor? ¿O sangre? Por eso no escribió novelas.
Borges y Lugones son escritores más o menos repentistas, que no tienen una dinámica intelectual permanente, sistematizada.
Mempo GIARDINELLI, Así se escribe un cuento, Suma de Letras, Madrid, 2003.