El almirante de La Vallée, que parecía amodorrado en su sillón, pronunció con su voz viejecita: "También yo tuve, sí, una pequeña aventura de amor, muy singular. ¿Quieren que se la cuente?"
Y habló, sin moverse, hundido en su ancho asiento conservando en sus labios la sonrisa arrugada que jamás lo abandonaba, esa sonrisa volteriana que le hacía pasar por un terrible escéptico.
Guy de MAUPASSANT, La vendetta y otros cuentos de horror, Alianza, Madrid, 2006.