Los diez soles se habían enloquecido y andaban girando todos juntos por el cielo.
Los dioses convocaron a Yi, el flechador infalible, el más diestro en artes de arquerías.
—La tierra arde —le dijeron—. Mueren las gentes y mueren los animales y las plantas.
Al fin de la noche, el arquero Yi esperó. Y al amanecer, disparó.
Uno tras otro, los soles fueron apagados para siempre.
Sólo sobrevivió el sol que ahora enciende nuestros días.
Los dioses lloraron la muerte de sus hijos ardientes. Y aunque Yi había sido convocado por los dioses, ellos lo expulsaron del cielo:
—Si tanto amas a los terrestres, vete con ellos.
Y Yi marchó al exilio.
Y fue mortal.
Eduardo GALEANO, Espejos. Una historia casi universal, Siglo XXI, Madrid, 2008.