Mientras cavaba el foso para un caballo que aquella mañana había muerto de agotamiento, el doctor K.H.G. preguntó de pronto:
-¿Conoce usted a Hölderlin?
-¿De quién habla? -preguntó el centinela alemán.
-Escribió Hiperión -explicó el doctor K.H.G., al que le gustaba mucho explicar-. La figura cumbre del romanticismo alemán.
Dio otra paletada.
-Y a Heine, por ejemplo, ¿lo conoce?
-¿Quiénes son ésos? -preguntó el centinela.
-Poetas -dijo el doctor K.H.G.-. ¿Tampoco le suena el nombre de Schiller?
-Sí, me suena -dijo el centinela, que comenzaba a sentirse incómodo.
-¿Y el nombre de Rilke?
-También -dijo el centinela alemán y se puso colorado como un tomate, y le descerrajó un tiró, sin más, al doctor K.H.G.