Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

viernes, 24 de agosto de 2012

BAROJA: Magnitogorsk


Para realizar el orden social comunista puro se ha fundado una ciudad llamada Magnitogorsk (la ciudad-imán). Esta ciudad pasa por ser el ideal de las concepciones soviéticas. Está bajo el protectorado del Comisario de Cultos, cosa un tanto paradójica, porque las religiones están absolutamente proscritas en ella y no parece que haya cultos. No son aceptados en la ciudad más que los hombres y las mujeres que se han comprometido a vivir bajo los principios del colectivismo comunista más rígido. El pueblo cuenta ya con cincuenta mil almas, dicho sin ofender a nadie, porque esto de almas debe sonar allí mal.

Las casas no tienen habitaciones familiares, sino salas para la vida colectiva, dormitorios comunes, cuartos de baño comunes, cocinas comunes, y no se llega a las camas comunes, pero quizá se llegue dentro de poco. A mí, como viejo individualista, todo esto me parece bastante baladí. Está en contra de la naturaleza del hombre. Cuando se construye un hotel pobre o rico en Inglaterra o en Marruecos, en el Norte o en el Sur, no se ponen los cuartos separados e individuales y el comedor y el salón colectivos por un capricho,sino porque este es el gusto general. Solamente cuando hay una necesidad perentoria —la guerra, la miseria, la epidemia— se llega a aceptar el dormitorio común. A la persona que está sana le agrada comer, tomar café, leer los periódicos, ver una función de teatro entre gente; en cambio, no le agrada acostarse cerca de otros. Esto le da la impresión de cuartel, de hospital, de cosa triste y lamentable. Probablemente a nadie le gustaría, aunque tuviera medios para ello, ver una función de teatro solo, porque el público forma parte del espectáculo. En cambio, muy poca gente iría a acostarse aun dormitorio común si pudiera ir a otro particular. Al hombre, aun al más despreocupado y cínico, no le parece bien presentarse en estado denaturaleza ante los demás. A la mujer, menos. No se muestra un eczema o un lobanillo como una flor; ni se exhibe un parche poroso o un braguero como el Toisón de oro.

En la nueva ciudad rusa, en la ciudad-imán, no existe la familia. Las palabras padre, madre, hijo,hija, hermano y hermana están prohibidas. Como consecuencia natural, el incesto se permite. Los hijos se llevan a establecimientos comunistas de educación hasta los dieciséis años, en que, sin duda, ya pueden comenzar a padrear. Esto, que los fundadores de la ciudad-imán han creído, sin duda, muy moderno, es muy antiguo;es la vida del clan primitivo. Es también el régimen de los indios del Paraguay, establecido por los jesuitas. En la ciudad-imán, en vez de tocar la campana para marcar las faenas del día el reverendo padre o el fámulo jesuítico, la tocará un judío discípulo de Karl Marx.


Pío BAROJA, Comunistas, judíos y demás ralea, Ediciones Reconquista, Valladolid, 1939.