Catalina no fue inflexible. Pocos días después, Martín recibió una carta de su hermana. Decía la Ignacia que Catalina estaba en su casa, en Zaro, desde hacía algunos días. Al principio no había querido oír hablar de Martín, pero ahora le perdonaba y le esperaba.
Martín y Bautista se presentaron en Zaro inmediatamente, y los novios se reconciliaron.
Martín y Bautista se presentaron en Zaro inmediatamente, y los novios se reconciliaron.
Pío BAROJA, Zalacaín el aventurero, Austral, Madrid, 1967.