Algunos suponen que la palabra latina familia, viene del osco fama, 'casa'.
La familia va decayendo en todas partes por muchas causas. Los motivos principales son varios, unos de carácter natural y otros social.
El primero de carácter natural o biológico es que no hay armonía entre dos personas aunque sean hombre y mujer más que cuando uno se sacrifica o sacrifica al otro. Así, a medida que aumentan la personalidad y el carácter de los cónyuges, aumentan los motivos de disensión. Para este efecto lo mismo da que la personalidad sea en bien o en mal.
Los motivos sociales que hacen decaer a la familia están en la extinción del mayorazgo, en el aumento de la cultura de la mujer, en la movilidad de la familia que le hace perder la moral localista del grupo, en la dificultad mayor cada vez de tener criados, en el divorcio, en el éxodo a las ciudades y en la insuficiencia de la ganancia del hombre que inclina a trabajar a la mujer.
Así se nota actualmente en los pueblos industriales, en donde el hombre y la mujer trabajan en fábricas y en comercios, que casi no hay familia.
Hoy la familia lleva camino de descomponerse. Se ve este cuarto de ciudad grande e industrial con su aparato de calefacción. Por el día en la casa no ha habido nadie. Llegan el hombre y la mujer de la oficina o del taller, ponen un mantel de papel sobre la mesa, sacan unas latas, echan el contenido en el plato, comen.
La familia va decayendo en todas partes por muchas causas. Los motivos principales son varios, unos de carácter natural y otros social.
El primero de carácter natural o biológico es que no hay armonía entre dos personas aunque sean hombre y mujer más que cuando uno se sacrifica o sacrifica al otro. Así, a medida que aumentan la personalidad y el carácter de los cónyuges, aumentan los motivos de disensión. Para este efecto lo mismo da que la personalidad sea en bien o en mal.
Los motivos sociales que hacen decaer a la familia están en la extinción del mayorazgo, en el aumento de la cultura de la mujer, en la movilidad de la familia que le hace perder la moral localista del grupo, en la dificultad mayor cada vez de tener criados, en el divorcio, en el éxodo a las ciudades y en la insuficiencia de la ganancia del hombre que inclina a trabajar a la mujer.
Así se nota actualmente en los pueblos industriales, en donde el hombre y la mujer trabajan en fábricas y en comercios, que casi no hay familia.
Hoy la familia lleva camino de descomponerse. Se ve este cuarto de ciudad grande e industrial con su aparato de calefacción. Por el día en la casa no ha habido nadie. Llegan el hombre y la mujer de la oficina o del taller, ponen un mantel de papel sobre la mesa, sacan unas latas, echan el contenido en el plato, comen.
Pío BAROJA, Desde el exilio, Caro Raggio, Madrid, 1999.