El prólogo es una carta de Calixto II, elegido papa en 1119 y gran devoto de Santiago, en que se narran las vicisitudes que su autor pasó para salvar el códice:
"¡Oh rara fortuna! Cuando caí en manos de salteadores que me despojaron de todas mis pertenencias, no me quedó más que este códice. Encerrado en prisión y perdida toda mi hacienda, sólo me quedó el manuscrito. Muchas veces naufragué en mares de aguas profundas y estuve a punto de morir; pero, al salir yo, salió el manuscrito sin mácula. Se prende fuego a la casa en que yo estaba y, abrasado todo mi ajuar, sale el códice indemne. A la vista de lo cual comencé a reflexionar si no sería que este códice que yo deseaba hacer con mis manos sería grato a Dios."
Luis CARANDELL, Ultreia, Aguilar, Madrid, 1999.