
Rapp partió al galope a la cabeza de sus mamelucos, seguidos por los cazadores. Se vistió con su uniforme de gala de general y se tocó con el bicornio. A los treinta y tres años, el fogoso alsaciano ardía en deseos de dirigir la carga más espectacular del Imperio ante los ojos del Emperador y de que la historia recogiese su nombre.
No galopaba, sino que volaba. El sable levantado, el bicornio caído en la nieve, lanzó a su caballo blanco sobre los guardias y los coraceros de Constantino, que iban a morder el polvo.
Pierre MIQUEL, Austerlitz. La batalla de los tres emperadores, Ariel, Madrid, 2008.