"Cayó de su posición de segunda persona del Estado a la de pequeño funcionario de una remota provincia del sur."
"Antes de su llegada, era necesario preparar la provincia: hacía falta barrer, pintar, enterrar la basura, ahuyentar las moscas, construir la escuela y dar uniformes a los arrapiezos, reformar el ayuntamiento, coser las banderas y pintar los retratos del Venerable Monarca."
"Hechiceros daban de beber a niños pequeños misteriosas pócimas de hierbas y éstos, enajenados, embriagados y guiados por fuerzas sobrenaturales, entraban en alguna casa y señalaban al ladrón."
"¿Cómo se podía mover una pieza sin que se derrumbara todo lo demás?"
"Un pueblo sólo se rebela cuando alguien de repente intenta cargarle con otro fardo. Entonces el campesino no aguantará más; caerá de bruces en el fango, pero se pondrá de pie de un salto y asirá el hacha."
"Hacía ya tiempo que el mayordomo deambulaba por palacio apagando un cada vez mayor número de luces."
"Para un orden mejor y una mayor humildad de los súbditos, nada hay como dejar que el pueblo pase un poco de hambre, que adelgace."
"Para limitar los ya excesivos costes de la guerra, sólo los oficiales disfrutaban del derecho a ser enterrados, mientras que los cuerpos de los simples soldados se dejaban a merced de las hienas y de los buitres."
Ryszard KAPUŚCIŃSKI, El emperador, Anagrama, Barcelona, 1989.