Varias costumbres suyas arrancaban asimismo de la mocedad académica, como sucedía entre otras, con la costumbre que el coronel general tenía de distraerse del despacho de sus papeles con la lectura de emocionantes lecturas policíacas dispuestas en el cajón de su mesa de escritorio de suerte que no tenía más que empujarlo para disimular ante cualquiera de sus oficiales que entrase a despachar con él una debilidad literaria compartida con muchas otras personas de alto nivel intelectual.
Erich von MANSTEIN, Victorias frustradas, Inédita, Barcelona, 2006.