Aquí llegó mi favor o fortuna a descalzar a la Princesa, porque llevando una bota de cordobán muy sutil, corriendo una liebre con sus damas, se hizo mal en un pie. Madama de Esternemberg y Peci Raquel pasaron adelante y la Princesa quedó, mandándome la apease. Hícelo, y ella, con el dolor, llegó su cara a la mía; bajéla en tierra y, ligando los caballos, la descalcé, y mirandola el pie a donde estaba la pequeña señal, puse un poco de saliva encima, que otro bálsamo no tenía. Riolo mucho, aunque tenía dolor; yo le dije que era bueno, y que con la lengua se había visto sanar llagas (como es verdad). Tuvo el pie un poco en fresco y mandome la calzase. Hícelo, besándola el pie primero. Dijome: "Yo os agradezco el favor; pero si supieran esto Esternemberg y Raquel, pendencia teníamos".
Diego DUQUE DE ESTRADA, Memorias, Ediciones Espuela de Plata, 2006, Sevilla.