Fouqué se había refugiado en su cabaña cuando estalló la tormenta. Sintió frío; el fuego se estaba apagando. Se fijó en el arcón donde guardaba las pertenencias de su desdichado amigo. Aquellos endemoniados libros habían sido, sin duda, la perdición de Julien. Comenzó a arrojarlos a las llamas.
Andrzej NOWAK (ed.), Pequeña Polonia, El Olivo, Jaén, 2011.