El horror. Lo indecible. Impelida por el viento, la nube de gas alcanza en casi todas partes al flujo humano que huye intentando ponerse a salvo. La gente, enloquecida, corre en todas direcciones con la ropa arrancada, los velos rotos, en busca de una bocanada de aire respirable. Algunos, con los pulmones reventados, ruedan por el suelo con atroces convulsiones. Los muertos de tez verdosa se mezclan con los agonizantes por todas partes, sacudidos por los espasmos y cuyas bocas escupen un líquido amarillento.
Dominique Lapierre, Javier Moro, Era medianoche en Bhopal, Planeta, Barcelona, 2001.